sábado, 4 de octubre de 2014

Canto Cabronero

Pocos lugares son tan bonitos para disfrutar de un día de otoño en la naturaleza, este año el otoño viene sin prisa, aun así, el paisaje de esta tierra nunca decepciona.

Soto de Sajambre es el pueblo más alto del valle y uno de los pueblos de montaña más bonitos que podemos contemplar.

Nos encaminamos por sus calles en busca de la Senda del Arcediano, por la que comenzamos nuestra ruta en dirección al Canto Cabronero.


La ruta discurre por buena pista hasta que alcanzamos Los Collaos, entre la Peña Parcia y El Jurcueto.

Alcanzamos ya los 1400 m. y la fusión entre la caliza, el hayedo y las majadas, se nos muestra en paisajes cautivadores de todos los sentidos.

Desde aquí bordeamos el Jurcueto a media ladera, ganando poco a poco altura.

El valle se va estrechando y nos abre la puerta al collado de Beza, paso natural de la senda del Arcediano, que nos deja justo debajo de la Canal de Misa.

Desde aquí contemplamos este otro valle encantado. Al fondo Peña Ten y a su derecha la Peña Pileñes.

Era el momento de abandonar la senda del Arcediano y nos dirigimos a la Canal de Misa para remontar en una corta trepada al llano de Cebolleda, ya por encima de 1600 m. un buen sitio para comer el bocata.

Después de almorzar de nuevo en marcha a por el collado Llano 1860 m. entre peña Beza y Peña cebolleda,  por una canal tapizada de verde y con un desnivel más que considerable.

Para no gastar energías en balde, perdimos un poco de altura y bordeamos Peña Cebolleda por el Este, para alcanzar el collado entre esta y el Canto Cabronero.

Este collado, también a 1860 m. parece no tener nombre, pero nos regaló esta vista tan bonita de Peña Ten y Peña Pileñes.

Tirando un poco de zoom, descubrimos esta vista de Peña Salón y a su izquierda el collado por el que pasa el camino de la Tobera, que pasamos en la ruta de la Senda del Cartero.

A nuestra derecha saca pecho el Canto Cabronero y nos enseña estas paredes casi verticales, provocativas, pero hoy no toca.

Le bordeamos por el Oeste y le fuimos buscando las vueltas para irle recortando metros poco a poco y buscar la canal que nos permita coronarlo.

Abajo en el valle por el que discurre la Senda del Arcediano, la niebla estaba jugando con la Peña Valdepino.

Mientras tanto nosotros remontábamos esta canal bien pindia, que nos dejaría en la primera cima, tan sólo tres metros menos que la principal y separadas por un collado pequeño pero aéreo.

El mirador es un lujo, entre Peña Santa y la Torre Bermeja del Cornión, aparecen el pico de los Cabrones, Torre Cerredo, Torre Bermeja y Las Torres de Coello de los Urrieles.

Entre ellos nos colocamos también nosotros, no podíamos encontrar mejor marco para la foto de cumbre.

Después de un buen rato disfrutando de la cumbre, fuimos descendiendo.

Para bajar escogimos esta canal más amplia y más tendida, las vistas de la majada de Toneyu sobre el hayedo son un lujo.
Bajo esas praderas se encuentra la red de toneyu, la cueva más larga de Asturias con 19 km de galerías y una profundidad de 624 metros.

Las hayas y la caliza se mimetizan copiando el color de su piel para conformar unos paisajes perfectamente equilibrados.

Esta canal es interminable, descendimos por ella 780 m. de desnivel, pero como todo, tiene su recompensa, el final es realmente precioso.

Hace cuatro días hablaba con un amigo de las setas más raras del mundo, esta es la más rara que he visto y es de Asturias. Un hongo de naranja.  Que conste que a pesar de ser valiente no le probé… Va por Juanito.

Ya en el valle cruzamos el arroyo de Toneyu y remontamos un poco la vertiente contraria para encontrarnos de nuevo con la Senda del Arcediano.

El espectáculo en el valle es rompedor, la vista está profundamente arrebatada por el placer de contemplar la naturaleza en plena representación del otoño, no hay quien se resista a comentar lo que ve.

Ya por la Senda del Arcediano fuimos remontando para alcanzar la majada de Toneyu.

Y en la majada la niebla nos alcanzó a nosotros.
Con ella subimos hasta La Portillera y desde aquí en compañía de la lluvia bajamos de nuevo a Soto de Sajambre. De vez en cuando me quitaba la capucha para escuchar el agua caer sobre las hayas, no creo que se me olvide, además del espectáculo de colores, de aromas, la naturaleza le puso música al otoño… Un verdadero placer para todos los sentidos.

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