De nuevo en la plataforma de Gredos, esta vez un poco más
temprano para no andar pillados, a las nueve y cuarto comenzábamos a remontar
el empedrado camino real hacia la Laguna Grande.
En el puente de Prado Pozas comprobamos que la sequía lo
mantiene a raya, pero no consigue secarlo, apenas baja agua, pero mantiene las
pozas llenas de la esperanza necesaria para sobrevivir.
Desde el alto de Los Barrerones recordamos las cumbres
realizadas y pusimos nuestra mirada sobre el Almanzor.
Fuimos descendiendo bajo las cumbres del Morezón, el Risco
de las Hoyuelas, el Risco de la Ventana, los Tres Hermanitos…
Hasta la Laguna Grande, que es como la cota cero, llevamos un
buen calentón, pero tenemos la sensación de que todavía no ha empezado la ruta.
Aquí paramos a comer el bocata y la placidez de su llanura
de agua nos hace olvidar por un momento lo escabroso del camino que nos espera.
Retomamos nuestro camino por la Hoya Antón y vamos dejando la
placidez y volvemos a la realidad de Gredos.
Nada más comenzar la subida por la canal de La Portilla Bermeja empezamos a pegarnos con
los bloques de granito para que no nos impidan progresar.
Cuando la abandonamos y tomamos la que nos sube a La
Portilla del Crampón, además de pegarnos con los bloques de granito, vamos
discutiendo con el desnivel, que cada vez es mayor.
El Almanzor ya está de frente, tan cerca y tan alto, que no
sabes si te anima o te desmoraliza.
Abriendo bien el objetivo se aprecia la magnitud de Gredos,
lo pequeños que somos ante lo desmesurado de estas canales.
Si lo concentramos lo que destaca es lo afilado de las
aristas que como flechas pretenden enamorar al cielo.
Ya divisamos la Portilla del Crampón y sabemos que el
objetivo está cerca.
Poco a poco la vamos remontando.
Para asomarnos a la profundidad de las Canales Oscuras,
sobre las que de forma privilegiada mira El Cuerno del Almanzor con sus 2511
metros.
Bordeamos sobre las Canales oscuras para afrontar el tramo
final de la subida.
Este ya es más vertical, pero estando seco no presenta
dificultades mayores, sobra donde agarrarse y pisar.
En la cumbre la foto por turnos, no cabemos todos y no vale
la pena forzar…
Un recuerdo desde la cumbre a La Galana que es r… y bailó
con nosotros el año pasado.
Ya le habíamos mirado muchas veces y al bajar no pudimos
aguantarnos las ganas de bailar con El Cuerno, así que pusimos música y para arriba.
Un mirador de lujo para ver el Almanzor y con Pepe ha sido
un verdadero placer. No es necesario pensar que detrás hay una caída vertical
de doscientos metros, pero tampoco hay que olvidarse.
Esta nos mira como diciendo… pero si tú estás haciendo lo
mismo. Ya, que nosotros no somos cabras… y tú que sabrás.
Luego ya sólo nos quedaba descender todo lo subido y volver
a la Laguna Grande.
Después de comer emprendimos la vuelta, con el pesar de
tener que remontar de nuevo Los Barrerones, pero con la mochila llena de experiencias
que no nos ponen alas, pero casi.
Antes de pasar el alto siempre miro para atrás, hoy las
luces sonaban en los mismos acordes que mi corazón, algo maravilloso había
pasado en Gredos y todo sonaba bien.
Al pasar por Prado Pozas no pude evitar pensar en la
diferencia de vivir sólo por vivir y el ajetreo al que volvíamos…
Según me fui alejando, los campanos cada vez se escuchaban más
lejos, hay que seguir soñando.
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