domingo, 21 de junio de 2020

Castro Valnera y Alto Los Dojos

Viajé de noche y dormí muy poco, pero tenía tantas cosas que contarle al Valnera que quería ser el primero en la cima, para darle un abrazo largo, sin prisas. El día comenzó con la magia de los valles pasiegos.


Atravesé el bosque como si me prendieran fuego, sólo escuchaba a los corzos y a mi pobre corazón desentrenado. Al poco de salir del bosque, el sol se presentó en el collado.

Por detrás Peña Lusa se había convertido en el foco que proyectaba la nueva normalidad igual que la de siempre.

Nos hemos perdido toda la primavera, pero al igual que yo soñaba con él y me lo imaginaba precioso, él me ha guardado pequeñas pinceladas para demostrarme que me ha extrañado.

Cuando alcance el Collado de La Canal tuve que hacer una parada, miré para atrás y vi que no me seguía nadie, ya luego subí más tranquilo.

El Castro Valnera tiene muchas trampas en forma de grietas y simas, esta es La Grajera una sima con dos pozos verticales de 10 metros de diámetro y una profundidad de 185 metros, con un importante depósito de hielo fósil.

Desde la Llana de las Torcas la cima del Castro Valnera.

Y la cima del Alto los Dojos.

Alcanzada la arista se puede contemplar la bahía de Santander, pero tan temprano sólo se veía la bruma.

Y la solitaria cumbre.

Pero tan coqueta como siempre, con su puerta de entrada.

La cumbre y el Alto los Dojos.

Detrás la Cima Blanca, hoy verde primavera y de fondo el Picón del Fraile.

Descendí del Castro Valnera por la cara Oeste a una zona bastante agreste.

Aquí me puedo pasar ratos contemplando el valle de Aguasal y las laderas de Lelsa.

Y el Alto los Dojos, que desde aquí presenta una vista impresionante. Por la ladera herbosa alta transcurre una senda y nos os diré por donde subí para no preocuparos.

Superado el paredón de Los Dojos, el Castro Valnera ya parece esa quilla de barco que muchas veces se nombra, pero no siempre se ve. 

El Pico de la Capía parece haberse allanado,  detrás el valle de Las Estacas de Trueba y de fondo la niebla matutina de Sotoscueva y del embalse del Ebro.

Y con un poco de zoom una vista espectacular del Castro Valnera.

De vuelta había ya mucha gente en la cumbre del Castro Valnera, así que pase de largo.

Descendí por la ladera herbosa de la Cima Blanca, con el Picón del Fraile y Peña Lusa al fondo y entre medias el Canto de las Corvas y el Pico de la Miel.

A la izquierda dejo la Peña los Llares y el Picón de Los Lastreros.

Crucé en diagonal la cuenca del alto de La Pirulera.

Y justo en el collado frente al Pico de La Miel me desvío hacia la derecha.

Para pasar junto a la impresionante dolina de Torca Verosa.

Y descender hacia los hayedos del Bernacho.

Con ayuda del zoom, una mirada al Ojo del Buitre, paso arriesgado y angosto de los esquiadores que descienden esta ladera.

Y de regreso al paraíso, los acogedores prados del Bernacho.

1 comentario:

  1. Hermoso el paisaje y las vistas impresionantes,el esfuerzo bien merece la pena,

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