domingo, 19 de diciembre de 2021

Pico Cordel

No eran las diez de la mañana y ya estábamos preparados, el día era espectacular. De telón de fondo el cordal de  El Cuchillón y El Tres Mares. 

Comenzamos la subida desde el refugio de Braña Vieja por unas laderas bastante tendidas para ir calentando.

Superado el primer repecho, hacemos una travesía por las laderas del Cueto de la Horcada.

No nos interesa ganar altura, incluso a veces la vamos perdiendo.

Para alcanzar el valle glaciar de Cuenca Gen, desde aquí ya vemos el pico de El Cordal.

En el refugio hicimos la parada técnica para ponernos los crampones, desde aquí sí que hay subida y la nieve estaba bien dura.

Rodeamos la cuenca sin perder altura.

Y miramos a nuestro objetivo de frente, después de tanto llanear, se nos hacía bola la subida.

Pero tampoco lo pensamos mucho y enfilamos hacia la arista para pasar sobre el espolón rocoso.

El resalte rocoso protege esta zona del viento y el nevero tiene una altura impresionante.

Luego empieza la segunda etapa, repechón hacia la cumbre con Cuenca Gen de fondo.

La vista es espectacular, todo el cordal de Cueto Manín, Cotamañinos, El Cuchillón y Tres Mares y Sobre Cuenca Gen la punta del Cueto Iján.

Una vista lateral para que se vea la pendiente, que a veces en las fotos parece llano.

Y después del esfuerzo la explosión de alegría de la cumbre.

Y la celebración montañera de La Navidad, una cumbre en estas fechas sin champán no tendría fundamento.

Nada más ver la cruz pensé en la cruz de Los Barruelanos del Curavacas y no andaba lejos, esta fue colocada el 4 de Diciembre de 1960 por Jesús Solana, uno de Los Barruelanos que colocó la del Curavacas el 25 de Julio de 1958 según Tente Lagunilla en su libro “Curavacas, Piel de Hielo, Corazón de Roca”


Desde la cima no puedo dejar pasar la ocasión para darle un poco al zoom y presentaros al Castro Valnera, esta Noche Buena tampoco nos veremos pero va en mi corazón.
Desde la cumbre, sobre el cordal del Iján, contemplamos Los Picos de Europa.

A pesar del buen día, en la cumbre hacía un frío de mil demonios, así que tirarse cuesta abajo fue un alivio.

La bajada la dediqué a contemplar las canales guapas de esta cuenca.

Es un rincón pequeño, pero muy acogedor y un buen sitio para hacer prácticas.

El sol, la nieve en buenas condiciones, la ilusión que ponen los niños que habitan en nosotros, algún villancico mal cantado, y los sueños que no dejamos de soñar, hicieron de este día, un gran día.

El viento se recreo en la pizarra y convirtió una simple loma en una maravilla, así son los sueños, puedes soñar una simple loma, o una loma maravillosa.

La ruta era corta, pero nosotros la hicimos larga, echamos leña suficiente y el fuego permaneció encendido hasta que llegamos a casa, incluso aún queda alguna brasa.


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