Las previsiones eran muy malas y casi siempre se cumplen,
daban muchísima agua y cayo incluso más… pero ya estábamos cansados de
quedarnos en casa por el mal tiempo.
Después del café nos pusimos las botas en el sombrajo del
hotel y subimos a la laguna de Los Peces desafiando a todos los pronósticos,
como si lo de subir a Peña Trevinca fuera en serio.