Volver a Pino Llano y aparcar el coche justo debajo del
Espigüete es como estrenar algo, siempre con la ilusión a tope, porque
sabes que nunca va a ser igual, el no sólo es grande, sino que nos hace grandes
a nosotros.
En el valle, mil veces admirado, siempre descubres algo
nuevo, hoy el río Lomas y el arroyo de Mazobres se han convertido en dos cintas
de plata para fundirse en un beso interminable delante de nosotros.