lunes, 6 de diciembre de 2021

Raquetada al Golobar


Había muchas ganas de sacar las raquetas a dar un paseo y nos animamos a subir a las Tierras del Norte, (para nosotros de Barruelo de Santullán  hacia arriba) para desafiar a la nieve y a los vientos que bajan por el collado Sestil.

Dejamos los coches en el cruce de Salcedillo, a tres kilómetros del aparcamiento de La Collada perfectamente acondicionado para más coches de los que sean capaces de subir, pero la Diputación de Palencia que en su portal se deshace en halagos de la Montaña Palentina, no quita la nieve y provoca un caos de coches, a veces denuncias de la guardia civil y sobre todo malestar en la gente que se acerca a estas tierras.

La carretera en este tramo no tiene mucha nieve, se limpiaría muy fácil, sólo es cosa de voluntad, pero la voluntad no había venido. Nosotros sí y con ganas de disfrutar…

El aparcamiento de La Collada estaba blanco, desde aquí para arriba está la carretera cortada, carece de mantenimiento y sólo se puede circular bajo la responsabilidad de cada cual.

Aprender a caminar con raquetas lleva su tiempo y como en la bicicleta, cuando te piensas que ya has aprendido, algo te recuerda que es pronto y tienes que seguir practicando.

Desde La Collada para arriba la nieve era ya mucha y en muy buenas condiciones para las raquetas.

Los primeros tramos los subimos con mucha alegría, charlando y disfrutando como críos.

Pero pronto nos pusimos en plan profesional y asumimos que ir en fila y turnarnos para abrir huella era la manera de no quemarse en exceso.

En perfecta organización alcanzamos el chozo de Quique (una institución en La Escalerilla) en el que como tantas veces paramos a comer algo, para los lugareños a echar las diez, pero ya eran más de las once.

Con el cuerpo reconfortado seguimos subiendo, la niebla parecía que nos amenazaba, pero otras veces se quitaba y nos veníamos arriba.

Mirando hacia atrás el tiempo parecía otro, subíamos hacia lo malo, pero ya antes de venir lo sabíamos y nada nos hizo cambiar de idea.

No hacía demasiado frío y aun así todo estaba congelado.

Cerca ya de El Golobar la cantidad de nieve es considerable, por este tramo la carretera tiene guarda raíles y en pocos sitios se ven, menos mal que la nieve es bastante compacta y nos trata bien.

La verdad es que fue una subida muy bonita, quizás las ganas que teníamos de raquetas aplacó el mal tiempo que hacía, pero disfrutamos mucho.

Cuando llegamos al Golobar ya se ponía a llover, era lo previsto y la pobre máquina de fotos empezó a sacar fotos borrosas, pero en la memoria quedaron nítidas como siempre. La bajada la hicimos rápido, la lluvia fue aumentando y llegamos a los coches frescos.

Menos mal que esta ruta tenía trampa y el final era feliz. Terminamos la jornada comiendo en La Puerta de Barruelo de Santullán, donde nos trataron de forma excepcional. Siempre que vengo es la montaña la que me trae, pero el mejor recuerdo me lo llevo siempre de la gente de esta tierra.











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