Comenzamos la ruta en el pueblo de Lois, enclavado en el mismo corazón de las montañas del Mampodre y quizás por su enclave sorprende más la espectacularidad de su iglesia a la que llaman la catedral de la montaña, en el siglo XVIII tubo cátedra de latín que funcionaba como seminario.
Salimos del pueblo por la parte alta, por una buena pista que a través de un valle nos va remontando hacia los altos de Peñalavela. Cuando alcanzamos el collado de Peñalavela el paisaje se ensancha para llenarlo todo.
Desde el collado hacemos una travesía por un hayedo que a 1600 metros continúa enfrascado en el invierno.
Desde los claros contemplamos la gran loma del pico del Mediodía y al final el pico Recacabiellos.
En las laderas soleadas han florecido los lirones de los prados, por estas tierras les llaman capilotes.
Una laguna estacional y de fondo el Valjarto, el Mediodía y el cordal de Murias.
Luego descendemos al collado de La Zapatera por el que pasa el camino de Acebedo a Lois.
Y comenzamos a remontar la ladera del pico del Mediodia con la atenta mirada de Peña Cabeza y el Yordas.
No nos cansamos de contemplar estos valles, siempre bonitos, en primavera cautivadores.
Según ganamos altura en el Mampodre va apareciendo la cumbre del Pico de La Cruz.
La subida es bastante llevadera y pensando que es casi lo único que nos queda por subir se nos dio muy bien.
Desde la arista el valle del Esla a vista de pájaro, al fondo Peña Ten, debajo el pueblo de La Uña y en el centro Acebedo.
Girando al este aparece Lario y de telón de fondo los Picos de Europa.
Para nosotros alcanzar la cumbre del Mediodía es ya un paseo, no me gusta subir a cumbres con antenas, pero hoy la consideramos de paso.
Anemone pulsatila, conocida como la flor del viento.
No paramos y seguimos para alcanzar la cima de Recacabiellos.
Desde aquí empezamos a recorrer el trozo de este cordal que nos faltaba.
El Recacabiellos mirado desde este otro lado tiene más entidad, parece una montaña.
El descenso es interesante, pero en ningún momento complicado.
Luego tenemos que subir a la Peña de la Cruz que es nuestro objetivo.
Pero teníamos de todo menos prisa, así que poco a poco para disfrutar del primer día de verano.
Mirando hacia atrás el Recacabiellos y el pico del Mediodía.
Desde la cima contemplamos el pueblo de Burón, la cola del embalse de Riaño y de fondo la Montaña Palentina.
Y esos montañeros lasalianos que no sé de dónde salen, pero los veo en casi todas las cumbres.
El descenso lo hacemos por una canal bastante pindia con suelo algo inestable que bordea la Peña de la Cruz hasta Las Traviesas, descendemos 300 metros en muy poco terreno, es la zona más compleja de la ruta.
Pasadas Las Traviesas el valle de San Pelayo se abre a nuestros pies y al otro lado el Yordas, el collado Baguyoso y el collado de Tendeña.
Descendimos otro tramo por matorral bajo y praderas para meternos en el hayedo, que en esta vertiente ya está en primavera y nos regala ese verde recién hecho.
Cargamos las baterías con la energía de este ejemplar de proporciones descomunales, entre los cinco no lo podíamos rodear, yo es el haya más gordo que he visto.
En la zona de La Camperona hay un chozo y desde aquí ya sale un camino que nos baja al valle de San Pelayo cerca de la entrada del bosque de Tendeña.
Luego ya por la pista de Liegos a Lois cogimos velocidad de crucero para llegar a nuestro destino y volvernos a sorprender de lo fácil que es encontrar la iglesia en este pueblo.
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