Estar enamorado de las montañas es una locura, basta que
digan que está nevando, para que se me disparen las endorfinas y en vez de
quedarme en la cama, salga corriendo a su encuentro, para fundirme en un abrazo
con ella y demostrarla que la quiero.
No me quiero olvidar de esos campeones que se suben en las
quitanieves y hacen posible nuestro encuentro, si ellos no allanan los caminos,
sería mucho más difícil.