Desde Torquemada venimos remontando el
cauce del Arlanza y comprobando la cantidad de agua que baja, pero es al
comenzar nuestra ruta cuando empezamos a caer en la cuenta de que el mayor problema
no será que llueva.
El paisaje está precioso, la verdad es que
no importa mojarse, porque solo así, se puede disfrutar del espectáculo del
agua.
La laguna de Las Pardillas que suele estar
seca, desagua a todo trapo.
Queríamos recorrer todas, así que nos
metemos en el bosque para descender a la laguna de La Cascada, que es el punto
más bajo.
Es un pinar excepcional para ver ejemplares
de pino silvestre de proporciones descomunales.
Verdaderas obras de arte compuestas por la
vegetación y el granito.
Por el granito y el agua.
Estamos en unas cuencas glaciares de gran importancia
por ser un ecosistema muy bien conservado y que tiene características que lo
diferencian del resto de la sierra.
Cuando llegas a la laguna de La Cascada se
abre ante nosotros la inmensa llanura que ocupa y nos sentimos más pequeños.
La cascada a veces cuesta verla, hoy es
impresionante y no es la única. El ruido del agua inunda todo el circo.
El desagüe tiene una represa con piedras que
facilita el paso, pero el agua se ha llevado la primera y el paso es demasiado
arriesgado.
Decidimos rodear la laguna por el lado de
los farallones, pero el agua tampoco nos lo puso fácil.
Cada torrentera que tuvimos que cruzar era
un mundo, remontándolas hasta que encontrábamos un sitio adecuado.
Donde no había torrenteras, piedras y
maleza, subir y bajar, una aventura poco aconsejable.
Eso sí, siempre con estas vistas.
Encontrado el camino al otro lado paramos a
comer el bocata, era tarde para las previsiones, pero el bocata es sagrado.
Nada más comenzar a remontar la ladera nos
encontramos este derrumbe que había proyectado piedras en todas direcciones,
mejor verlo a “toro pasado”.
El camino y los torrentes son lo mismo,
muchos ratos hay que remontar a patón por el agua.
Este es el único tramo exigente de la ruta,
se remontan 400 metros en muy poco terreno.
A lo lejos, en la Muela de Urbión, parece
que hace mejor, con nosotros se está quedando la niebla.
Con un apretón llegamos al mirador del Contadero.
A esta altura, todas las laderas hacia el
circo tienen nieve.
Luego fuimos caminando por toda la arista,
desde aquí las vistas son espectaculares, y la niebla también.
Alcanzamos el alto de La Laguna, ya por encima
de los 2000 metros, estamos justo encima de la laguna Negra, pero todo se ve
blanco.
En cuanto alguien se aleja un poco le
pierdes de vista.
Luchando con el viento y con unos granizos
de nieve ametrallándonos la cara alcanzamos el alto de La Campiña, techo de la
ruta.
En lo que nos hacíamos la foto de cumbre se
cumplió el tiempo y comenzó a llover.
En cuanto nos asomamos a la otra vertiente
empezamos a ver algo, la laguna Brava y la de Los Patos, pensábamos bajar y
rodearlas, pero con la que estaba cayendo bajamos por el camino más corto.
Nos metimos por dentro del pinar y
descubrimos el “Spa Natur Neila”
Las acículas van condensando las gotas de
lluvia en otras mucho más gordas y luego abren el aire y recibes una ducha de
agua congelada que te deja el cutis como nuevo.
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