Volver a Pino Llano y aparcar el coche justo debajo del
Espigüete es como estrenar algo, siempre con la ilusión a tope, porque
sabes que nunca va a ser igual, el no sólo es grande, sino que nos hace grandes
a nosotros.
En el valle, mil veces admirado, siempre descubres algo
nuevo, hoy el río Lomas y el arroyo de Mazobres se han convertido en dos cintas
de plata para fundirse en un beso interminable delante de nosotros.
Al poco de empezar a caminar ya estás metido de lleno en la
arista.
Ya no tienes escapatoria, el Espigüete te ha vuelto a robar el
corazón y te atrae hacia la cumbre.
Mientras el Pico Murcia señorea el cordal de enfrente, abajo,
en el valle de Mazobres, el refugio del Espigüete nos ofrece su serenidad.
Según ganamos altura contemplamos como el río Lomas en
Puente Agudín se entrega en el embalse de Camporredondo para convertirse en
Carrión.
Poco a poco el valle se va quedando en las profundidades.
Cuando paramos a almorzar habíamos subido ya mucho, pero era
un panorama contemplar lo que nos quedaba, ante cima, cumbre Este y asomando detrás
la cumbre principal.
Repuestas las fuerzas continuamos con la progresión.
En la primera brecha que superamos hacemos la reagrupación
de los tres equipos que estamos subiendo la arista. Un poco por el destrepe y
otro poco por la puesta en común de lo que nos queda.
Aquí se pone la arista un poco más vertical, para llevarnos
a la ante cima.
Luego hay que perder un poco de altura.
Y coronamos la cima Este, la segunda en altura de este
coloso.
Tenemos que volver a perder altura, la cima principal nos
está llamando.
En la segunda brecha un nevero nos ocupa el paso para tensar
un poco la cuerda.
La cara Norte está espectacular, a pesar del calor conserva
mucha nieve.
Pero la arista no presenta dificultades y hacemos cumbre sin
problemas.
Como el día es genial, decidimos descender hasta la hermana
pequeña, la cima Oeste.
La vuelta siempre está guapa con el Curavacas de fondo.
Las aristas en primavera están llenas de rincones cargados
de magia que no te debes perder.
La cima Oeste es el lugar más tranquilo de la arista del
Espigüete, cuando te vas, se queda como flotando en un sueño…
Volvemos a la cima principal ya en solitario, que colonizada
está la cruz de cachivaches, parasitada por el muérdago de las cumbres.
Como no subimos crampones, descendemos de nuevo por la
arista Este, remontamos el nevero de la segunda brecha con vistas al valle.
Y subimos de nuevo a la cima Este.
Como siempre, una mirada hacia atrás, nunca para despedirme,
solo para decirle hasta luego, el sabe que volveré...
Desde aquí, el descenso vertiginoso de la arista.
La trepada de la primera brecha.
Y a comer tranquilos, que el trabajo duro ya está hecho. Este
gorrión alpino (Montifringilla nivalis) estaba en las rocas de enfrente, un poco lejos para las fotos,
pero siempre montañero como nosotros.
Luego el descenso ya es muy relajado y nos atrevimos a
ponernos el antifaz de superhéroes del Espigüete.
El camino está perfectamente señalizado por hitos y para las
rutas nocturnas por luciérnagas (lampyris noctiluca) que desde las piedras nos
marcan con puntos verdes el camino… consultar antes los días que trabajan.
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