Hoy tocaban las campanas a día de fiesta mayor, eran las
siete de la mañana y en Vidrieros había un buen grupo de montañeros, pero sobre
todo, un buen grupo de amigos con los que hacer esta ruta tan fantástica que
habían preparado. Decir La Escalerilla ya es decir mucho en la Montaña
Palentina.
Cuando los primeros rayos de sol comenzaban a templar la
arista del Curavacas, nosotros ya subíamos remontando el arroyo de Cabriles.
Mientras los más ligeros estaban llegando al collado del
Hospital.
Los mortales de toda la vida seguíamos peleando con la
pedrera.
Cuando alcanzamos en collado del Hospital contemplamos como
las nubes por Ruesga aún no se habían despertado y disfrutaban del fresco de la
mañana.
Ya con el primer objetivo a la vista comenzamos a descender
al Hoyo Muerto en busca de la Canal del Rebeco.
El primer tramo de la canal es muy cómoda de subir y está
bien tapizada de hierba.
Luego se pone más pindia y hay que echar las manos y estar
atento a los resbalones.
La segunda parte tiene menos desnivel y se progresa muy
cómodo.
Carmelo no sabe parar y si hay más arriba sigue y sigue… una
foto bien chula, con el collado del Hospital de fondo.
Desde el collado comenzamos a subir al pico del Rebeco casi
a derecho y el principio es tan entretenido que no hice ni fotos, este es el
último apretón antes de la cima.
La contemplación del Curavacas desde el Rebeco es excepcional,
nos muestra una de sus caras más bonita, con la Diagonal, la Vía de los Burgaleses,
la Directa del Fraga…
Hoy además mostraba un grupo de valientes de La Escalerilla.
Para el descenso buscamos la que sería la subida normal,
perdiendo un poco más de altura hacia la Huerta Chica.
Desde el collado del Rebeco continuamos trepando la arista
en dirección al Curavacas.
En cuatro trepadas tenemos esta preciosa vista del collado
del Rebeco, esta preciosidad tan poco frecuentada.
Ya casi arriba de la arista disfrutamos de esta panorámica
del majestuoso pico del Rebeco, agreste y provocador, con el pico Lezna de
fondo.
Sobre la Pedrera Pindia, el maestro nos explica en el
encerado de conglomerado de la cara Noreste del Curavacas, las últimas
aventuras de La Escalerilla por estos terrenos.
Luego continuamos en dirección a la Brecha Muerta, con una
pendiente llevadera que nos permite recuperar un poco.
Y en un periquete dejamos la Brecha Muerta y pasamos a la
cara Norte, en la que conectamos con la Vía del Notario.
Tiene algunos pasos aéreos, pero como en el resto de la ruta,
siempre con agarres suficientes para sentirse seguro.
Algunos tramos más cómodos te permiten relajarte y disfrutar
a tope de esta maravillosa travesía por la cara Norte.
Se pasa por algunos vericuetos en los que parece que jugamos
al escondite.
Otros te hacen pensar un poco para ponerle algo de pimienta
a la ruta.
Y enseguida apareces en la llana, y a pesar del cansancio,
se me ha hecho corto, he disfrutado mucho por este recorrido tan interesante.
Después de remontar el cuestarrón de La Llana, contactamos
con la ruta normal del Callejo Grande, por la que llegamos a la cumbre.
No me deja de impresionar esta convivencia de caliza y
conglomerado que engrandece a la Montaña Palentina y al espíritu de sus
montañeros.
Hoy es un orgullo posar en el Curavacas con este Grupo de La Escalerilla, hace años que les conocí, pero poco a poco se han convertido en
algo necesario, como los buenos amigos, de vez en cuando hay que estar, para
sentirlos.
El descenso lo hicimos por el Callejo Grande, que ya
habíamos dado bastantes vueltas para subir.
Y nos apetecía disfrutar de su pedrera.
Nos refrescamos en las fuentes del Cabriles y ya tranquilos,
fuimos desgranando las maravillas de la ruta por el camino de vuelta a
Vidrieros.
Algunos se quitaron bien el polvo de la pedrera, otros hasta
la marca de los calcetines y con cuidado, que se ahogan muchas personas. Luego disfrutamos
de una comida familiar en una chopera, creo que si seguís cuidándome así, no os
libráis de mí.
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