Antes o después llega ese día con el que soñamos los
montañeros, cuando llegamos a Torrestío los termómetros marcaban -11º y el
cielo estaba azul radiante. Bendito anticiclón.
Salimos del pueblo por el valle de Valverde remontando una
pista con un desnivel suave que nos conduce a una zona de praderas y majadas.
Cuando ganamos altura, el valle se abre en una gran cuenca
que nos cierran por delante Peña de Solarco, Pico Vallera y Peña Corros.
Sin gran esfuerzo recorremos toda la zona de praderas en la
que se gana muy poca altura.
A nuestra izquierda vamos viendo parte de la ruta que nos
queda, a la derecha el Morro Negro y a su izquierda todo el cordal hasta el
Pico La Loma.
A la altura del Valle de Sousas, giramos un poco en su
dirección para cruzar el arroyo Valverde.
Desde aquí ya no hay tregua, la subida hacia el collado El
Queixeiro es exigente.
Poco antes de alcanzarlo giramos a nuestra izquierda hacia
el collado del que baja el arroyo Morro Negro, la pendiente es aún mayor, en algún
momento tendríamos que subir…
Ya cerca del collado vemos perfectamente la arista Oeste por
la que vamos a subir.
Con la disculpa de hacer fotos y esperar a los compañeros,
voy recuperando el aliento para lo que me queda.
La arista la hacemos en mixto, algunos tramos con bastante
hielo y superando el 40% resultaron bien entretenidos.
A esta altura ya dolían las piernas, pero no había tiempo
para pensar en eso.
La cumbre estaba muy ventilada, así que no paramos mucho, en
el Morro Negro sopla bien.
En el cordal que va de la cumbre Norte y la cumbre Sur soplaba
bien, pero no se puede resistir a posar con el cordal de Peña Ubiña de telón de
fondo en un día así.
Desde la cumbre Sur descendemos en dirección Este hacia el
cordal del Pico La Loma.
El cordal está precioso.
Detrás dejamos las dos cumbres del Morro Negro.
Como camellos por el desierto vamos recorriendo las dunas…
Es un placer caminar por estas aristas con este paquetón de
nieve.
A nuestras espaldas dejamos la arista recorrida, el Morro
Negro, el pico La Loma y Peña el Arca.
Sin detenernos pasamos por la Peña Azmón.
Para bajar cogimos el camino más corto, la arista Norte,
para seguir disfrutando del paisaje.
Más abajo se complicó un poco, pero ya no había remedio,
abajo estaba Torrestío y nuestros coches.
Llegando al valle Peña Ubiña se asoma por una ventana entre
los pinos, está preciosa.
Cuando llegamos al pueblo los últimos rayos del sol se
colaban por los valles para seguir calentando las casas. Nosotros ya sólo
pensábamos en el calor de las sopas de ajo del Moriscal…
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