Urkiola entre Áraba y Bizkaia es un paso de montaña a 784 m. de altitud, pero además es un lugar en la tierra que reúne naturaleza, montaña, misticismo, peregrinación… al que se sienten convocadas multitud de personas.
En la foto lo que más parecemos es peregrinos y es lo que menos nos había congregado, fue de nuevo la amistad la que nos trajo a tierras vascas.
Entre la naturaleza de Urkiola lo menos natural es el inmenso pinar de repoblación, que con los años que tiene ya forma un bosque digno de evocación.
Al salir del pinar aparecen las praderas de montaña y la vegetación autóctona reconquista su espacio natural.
Ganando altura, vamos ganando perspectiva y detrás aparecen el Untzillatx y el Alluitz.
Mientras, el camino nos acerca al refugio Asuntze.
Y un poco más adelante al collado de Zabalandi.
Tras la comprobación de las calorías que han quemado, tomamos el desvío al Amboto, para empezar a quemar calorías de verdad.
Nos acoge el hayedo coronado por la niebla y acariciado por exiguos rayos de sol.
Aquí la simetría y el paralelismo del pinar es brutalmente desbaratada y la naturaleza agreste recupera el señorío del paisaje.
Nuestra senda también ha dejado de ser llana y dócil, para volverse erguida y abrupta.
Desde la subida hacia el Noreste y entre la bruma divisamos el embalse de Uribarri Gamboa en Vitoria.
Según vamos subiendo, la montaña se desnuda de vegetación para mostrarse tal como es.
Desde la arista divisamos la infinidad de caseríos del Duranguesado.
Y la trocha que tenemos que resquilar.
Pero es a lo que realmente venimos y lo afrontamos con verdadero placer.
Abajo a nuestra derecha tenemos el maravilloso hayedo de Zabalandi en el valle Alavés de Aramaio.
En la cumbre del Amboto posamos felices con el hacha que homenajea a los aizkolaris.
La cumbre del Amboto está muy frecuentada, así que sin detenernos emprendimos el descenso, ahora sin mirar al hayedo, la vista al frente, clavada en la arista.
Siempre atentos a buscar el mejor paso, que el patio es a veces espectacular.
El Amboto queda enseguida atrás envuelto en sus sueños, otra vez y es la tercera, me queda pendiente visitar la cueva de Mari. Tendré que volver.
Pasitos aparentemente fáciles que se hacen despacito y con buena letra, estas laderas herbosas tienen un desnivel muy fuerte.
Por lo general la arista es sencilla y disfrutona, y la niebla le da más ambiente.
El estar seguro de que se va, hace que no impresione demasiado.
A pesar de las caídas hay muchos tramos sencillos para destensar.
Y de premio la cumbre de Elgoin.
Detrás nos deja ver la niebla la arista que baja desde la cumbre del Amboto.
Y la arista continúa, lo que se ve al fondo es el Alluitz que en principio era nuestro objetivo.
Nosotros continuamos adelante por esta preciosidad de paisaje.
Es la segunda vez que recorro esta arista y creo que no será la última.
Y coronamos la tercera, la cima del Kuruzeta.
Desde aquí se desciende hasta las praderas donde está la ermita de Santa Bárbara, y donde comenzaría el cordal hasta el Alluitz, pero hoy el equipo no lo ve, habría que hacerlo de ida y vuelta y tiene tela.
El Kuruzeta desde las praderas.
A la izquierda el sendero por el que se desciende desde la ermita hasta la pista por la que subimos.
Ya por la pista descendemos de nuevo al aparcamiento. Una última mirada hacia la fuente de Pol Pol para llevarnos en la memoria la inmensidad de este rincón de Urkiola
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