Pico Torres
Lo normal es que por el norte haga peor tiempo,
pero Septiembre en Asturias es como una isla meteorológica, nos dirigimos
al puerto de San Isidro con paso firme y las nubes se fueron apartando, cuando
llegamos estaban las rezagadas quitándose la pereza, pero ya en marcha…
En
el rato que nos pusimos las botas se fueron marchando, ayudadas por un viento
que resultó molesto al principio, pero que fue nuestro mejor aliado. El
Torres ya tenía fondo azul y nuestra esperanza un verde intenso, prometía un
buen día de montaña.
En
un agradable paseo por senderos nos acercamos a la falda de la Peña la Capilla,
desde la que se ve la majada del Torres y el collado de la Ventanona al que nos
dirigimos para remontar la arista hasta la cima.
La
Ventanona es esta brecha abierta en la caliza, (seguramente por algún astur que
quería que pasasen les vaques al otro valle… que ye broma ho) que nos sirve de
paso al valle de La Almagrera.
Apenas
hemos ganado altura, sólo 350 m. pero el poblado de La Raya ya se ve lejos y a
pesar de que en el horizonte hay bruma casi todo el día, las vistas empiezan a
ser buenas.
Desde
el collado de la Ventanona se puede disfrutar de una buena vista de Peña la
Capilla y el collado Valverde.
También
se ve bien lo que nos queda, aunque hay que mirar bien, lo primero que vemos es
una Antecima que tiene 1914 m. y detrás está nuestro objetivo asomando la
cabeza. A esta Antecima la bordeamos por el sedero que se ve.
Luego
ya no nos queda escapatoria y tenemos que afrontar un buen desnivel para
alcanzar la arista que nos permite seguir ganado altura camino de la cima.
Hay
tramos muy cómodos que permiten disfrutar a tope de las vistas, que a medida
que subimos van ganando en espectacularidad, el pico Torres es una atalaya
impresionante.
En
otros tramos la atención se centra toda en donde ponemos los pies y las manos,
la subida no es peligrosa, pero no hay que despistarse, tiene buenas caídas…
Desde
la cumbre volando sobre Asturias se adivina el mar entre Gijón y Villaviciosa,
me supongo que sin la bruma se llegará a ver. Todo se veía envuelto en este
velo de misterio, pero por otra parte te permite fijarte más en lo que tienes
cerca.
Y
hoy era un día grande para disfrutar de muy buena compañía, este verano no
faltaron montañas, pero el reencuentro con tu Grupo después de tres meses es un
momento deseado y entrañable.
La
bajada la hicimos por una canal muy pindia en dirección al valle de Los Fueyos,
que con lo que había llovido por la noche parecía un tobogán, bajamos despacio,
aquello resbalaba en condiciones. Luego bordeamos el pico en dirección al
collado que da paso al valle de Valverde.
En
este collado entre el pico Torres y el pico Valverde, del que no encuentro
nombre, se hizo una especie de conjuro a Eolo, dios del viento. La mayoría
subimos a la cumbre del Valverde y algunos se quedaron en el collado, luego
contaron que el viento había hecho cosas raras…
Desde
al pico Valverde la vista del Torres es impresionante, el paredón de su vía
directa parece una provocación.
Después
atravesamos La Hoya sin perder altura en dirección al collado Valverde por una
senda bien marcada.
Y
como era el primer día no nos lo pensamos, nos lanzamos a por la Peña la
Capilla, todos querían más.
Desde
la cumbre vimos a vista de pájaro nuestro siguiente objetivo, la braña del
Torres y la ermita de Las Nieves, con el marco de esta canal que habría que
verla en invierno…
La
cumbre se nos quedaba pequeña, pero la disfrutamos de una forma especial, es
más que una peña, es un peñón.
El
descenso con mucho cuidado, hay que agarrarse y mirar donde se pisa, lo mejor
no precipitarse y aunque no vino Julián, no teníamos prisa… ni nadie que nos…
Después
de comer nos encaminamos por el valle del Torres en una bajada bien chula.
Siempre
con la supervisión de los habitantes de la zona, que no dejaron de controlar
nuestros movimientos.
Claro,
estamos invadiendo sus praderas, y nos dirigimos a la braña del Torres,
que por el volumen de construcción, parece la capital de sus dominios.
Una
braña es una zona de pastos en las alturas de la cordillera cantábrica, en
la que el ganado aprovecha los pastos tardíos del verano.En mi tierra “la
pasiega” se llaman branizas.
En
estas zonas y al final del verano tiene lugar la floración de la Merendera
pyrenaica, que en prados frescos de montaña suele ser muy abundante, por la
cordillera cantábrica se la conoce como quitameriendas, en alguna zona de
Aragón la llaman espachaveraneantes, en la Rioja aventapastores.
Las
brañas son pequeños paraísos, fruto del trabajo duro de los ganaderos de estas
zonas, que practicando un buen ecologismo aúnan naturaleza y explotación en lo
que para nosotros es un verdadero regalo.
Es
obligada la visita a la ermita de Las Nieves, en la esperanza de un invierno blanco
que haga honor a su nombre.
Para
tratar de convencerla la hacemos un regalo montañero en forma de trepada a su
espadaña.
Y
con los objetivos del día cumplidos y el buen sabor de boca de nuestra primera
salida nos encaminamos hacia el puerto de San Isidro, bueno, puerto de La Braña
que ahora subimos por la vertiente asturiana.
Siempre
con el permiso del dueño de la manada…
Al
llegar a los coches el día que empezaba triste y con pereza, está pletórico,
como nosotros, agradecidos por este gran día de montaña.
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