Hoy es un día de los especiales, hoy compartimos nuestra afición con
aquellos que quieran conocer este mundillo de la montaña, pero que no son habituales
en estos terrenos. Hoy no es obligatorio estar federado, sólo hace falta querer
disfrutar.
Nosotros le ponemos ilusión a esto, porque entre otras cosas es
parte del futuro, porque transmitimos nuestra afición, pero el día lo dio todo,
sin casi empezar a caminar, mirabas para atrás y ya había sido un día genial.
Los últimos días ha hecho frío y por fin pisamos nieve dura, con
todo lo que ha nevado y casi se quita sin disfrutarla.
El principio es una ruta muy cómoda, como se merecía este día, y la
nieve se podía pisar sin crampones y se progresaba cómodo.
Algunos se pusieron las raquetas para ir más seguros y practicar un
poco.
Se va ganando altura poco a poco, pero se va ganando y la rampa de
descenso es cada vez más larga.
A los no federados les buscamos alternativas para que subieran sin
tener que pensar en una bajada precipitada.
Sin ninguna prisa y disfrutando del maravilloso día, fuimos ganando
altura y profundidad en nuestra mirada hacia el horizonte.
Subimos todos juntos hasta la cota de 1840 m. donde almorzamos y
decidimos separarnos.
Los no federados se quedaron con Javier y las raquetas practicando,
luego nos encontraríamos cerca de la collada Tomaderas.
Desde aquí ya veíamos la Torre de La Palanca sobre la Collada de la
Chavida, cuantos recuerdos…
El resto, ya con crampones, seguimos en busca de la cumbre de Peña
Gabanceda.
Que alcanzamos sin ninguna dificultad, pero sin dejar de
maravillarnos a cada paso. Hemos
recibido una circular: “Mirar en todas las direcciones y disfrutar”
Peña Beza y canto Cabronero, Torre Bermeja, Peña Santa…
La profundidad del valle de Valdeón, en donde se adivina el paso que
por el mirador del Tombo baja a Caín.
La zona de Torre del Friero con La Palanca y el Llambrión detrás.
Todo el cordal hasta el Pico Coriscao.
La montaña palentina al completo, bueno, a veces nos imaginamos que
se veía el Curavacas.
Las Pintas y el Yordas, a su derecha, El Mampodre.
Todo un lujazo que bien se merecía un “Rock and roll en la cima de
un monte”
Y una foto para la posteridad.
Para bajar al encuentro del resto escogimos este vericueto.
Bordemos la cumbre hacia el sur y descendimos por la norte.
De cara al pico de La Silla y la Collada Tomaderas.
De nuevo nos vamos juntando.
La cara norte tiene poca nieve por que el viento la ha pegado
fuerte, pero muy dura y algunos trozos es todo hielo.
Por el contrario, cuando giras hacia el sur, hay neveros
impresionantes.
Desde las Tomaderas pensábamos subir al pico La Silla, pero la nieve
estaba muy agrietada del calor de la semana pasada y decidimos pasar, no valía
la pena complicar un día maravilloso.
Había desprendimientos, pero eran ya viejos, estos días el frió los
había parado.
El calorazo y la lluvia habían tirado toneladas de nieve.
Algunas bolas de nieve llevan veneno cuando te dan en la colleja,
esta pesará casi mil kilos, mejor que no te dé nunca…
Pasamos bajo el pico Miradorio y cogimos la arista que en dirección
Noreste nos vuelve hacia Pandetrave.
La semana pasada por esta arista hubiera dado miedo pasar, hoy las
grietas se han endurecido, aunque no terminan de dar confianza…
Desde la cota 1740 m. descendimos en dirección Sureste por una
ladera pindia y con nieve ya muy blanda.
Bajamos todo el valle en busca de un vado para pasar el río.
En el que nos echamos unas risas…
Luego remontamos hasta Pandetrave por un camino, que tendrá dos
metros de nieve y nos obligaba a caminar entra las ramas de los robles.
Una mirada desde el aparcamiento a la ruta de descenso, con ese
cielo azul y limpio para un día perfecto.
Y el toque de magistralidad lo puso Juanca, con su caja original de
los crampones que se compró cuando en este país aún no gobernaba nadie, y un
señor muy feo, decía lo que había que hacer.
Es un verdadero placer ir a la montaña con este regusto a experiencia.
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