lunes, 25 de mayo de 2015

Las Huelgas, el Hospital y el Curavacas

Nada más aparcar en Vidrieros ya teníamos a Thor tumbado a nuestro lado, estaba claro que estaba haciendo su declaración de intenciones, quería ir de excursión.

Y nosotros no le íbamos a quitar el capricho, estábamos encantados de su compañía, además pensábamos hacer una ruta cortita, Las Huelgas y El Hospital, un paseo.

La Montaña Palentina estaba para comérsela, la primavera ha roto en una explosión de colores, sonidos y olores que la dan una categoría única e irrepetible.


El principio de la ruta es un camino cómodo por el que ganas altura sin mucha dificultad y disfrutando del paisaje del valle apareces sin darte cuenta en el collado del Tesoro donde Thor nos muestra Peña Brez y el cordal de Peñalabra envuelto a estas horas entre algodones.

Cerca de la cumbre de Las Huelgas paramos a almorzar,  José Luis y Thor ya se habían hecho amigos.

Juntos hacen cumbre entre las miradas del Espigüete y el Curavacas que todavía no había entrado en nuestros planes.

La laguna del Pozo Oscuro estaba espectacular en su terraza sobre el valle de Pineda.

Yo no quería gastar ni un gramo de energía en balde, así que entre Las Huelgas y El Hospital tomamos el camino más corto.

Un paseíto sobre el Pozo Oscuro que termina aquí, por el que no pierdes ni un metro de desnivel.

Desde la subida al Hospital, Las Huelgas tienen la mejor vista, desde el collado del Tesoro parece otra cosa, pero es una cima bien guapa.

En cuatro pasos más alcanzamos la cima del Hospital, estos dos van pletóricos, yo empiezo a pensar que se merecen algo más.

Le pregunté a Thor si quería subir al Curavacas y no hacía más que mover la cola, yo pensé que era que sí.

El Hoyo Muerto tiene muy poca nieve, con la que tenía este invierno. Pero ahí sigue su lago, su pico del Rebeco y su canal…

Desde aquí ya empezamos a valorar en serio la subida al Curavacas, vamos como el Cholo, partido a partido, de momento hasta el collado del Hospital y bajamos al Callejo Grande…

En el Callejo Grande miramos el reloj y calculamos a qué hora estaríamos en la cumbre, vamos sobrados, solo falta intentarlo.

José Luis iba callado, pero en el fondo estaba deseando subir al coloso verdinegro, con sólo decirle que nos sobraba tiempo, ya estaba en camino.

Hemos subido muy despacito, yo ya estaba zurrado del sábado en los Galayos y José Luis no quería gastar más de la cuenta, así que Thor se paraba y nos ponía de cara de sois unos flojos…

El Curavacas siempre nos brinda buenas fotos, estas agujas enmarcan la presa del embalse de Camporredondo.

En la parte alta aun aguantan unos neveros importantes que nos complicaron un poco la progresión, no pensábamos pisar nieve, así que sin crampones nos tocó trepar un poco más de lo habitual.

Thor nos sorprendió mucho, estuvo siempre a la altura de las exigencias y trepaba más deprisa que nosotros.

En cuanto alcanzamos la Llana nos encontramos con unos gorriones alpinos picoteando en los neveros.

Y al llegar a la cima veo a esta cabra y saco la máquina a toda velocidad pensando que no me daría tiempo, me mira y ve que llevo una G 16, y se colocó para la foto.

El Curavacas siempre magestuoso.

Un momento íntimo de agradecimiento mutuo por la compañía y sobre todo por la complicidad.

Tres cumbre y tres montañeros, tres motivos diferentes, tres felicidades que confluyen en una cima siempre mítica, siempre deseada.

En la cumbre hacía mucho frio, así que bajamos enseguida.

Que, os animáis, a ver si habéis subido y ahora no os atrevéis a bajar.

Se atrevieron.

En la bajada el Curavacas nos enmarca Vidrieros con sus cervecitas para animarnos.

Este cerambycido se sumó a nuestra excursión, ya con el pijama puesto.

A Thor ya le llevábamos calentito…

Luego nos pegamos las típicas carreras por las pedreras, otro momento Curavacas…

Ya en las praderas del valle empecé a buscar por todas partes y José Luis me dice, pero que buscas… necesito un regalo para mi hermana que es su cumple mañana y estoy buscando algo bonito…

Espero que te guste esta aguileña (Aquilegia vulgaris) es la más chula que he encontrado.

Cuando llegamos a Vidrieros estuvimos con la dueña de Thor y nos dijo que después del rescate de Tente en Marzo, se había vuelto a quedar otra noche en la cima. Se le van a llevar a otro pueblo por que se teme que acabará mal esta historia.

Viendo las fotos en casa esta ha tomado un significado especial, quizás es la última vez que Thor sube al Curavacas, ya, ya se, dicen que los perros no piensan…

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