Nada más aparcar en Vidrieros ya teníamos a Thor tumbado a nuestro
lado, estaba claro que estaba haciendo su declaración de intenciones, quería ir
de excursión.
Y nosotros no le íbamos a quitar el capricho, estábamos encantados
de su compañía, además pensábamos hacer una ruta cortita, Las Huelgas y El
Hospital, un paseo.
La Montaña Palentina estaba para comérsela, la primavera ha roto en
una explosión de colores, sonidos y olores que la dan una categoría única e irrepetible.
El principio de la ruta es un camino cómodo por el que ganas altura
sin mucha dificultad y disfrutando del paisaje del valle apareces sin darte
cuenta en el collado del Tesoro donde Thor nos muestra Peña Brez y el cordal de
Peñalabra envuelto a estas horas entre algodones.
Cerca de la cumbre de Las Huelgas paramos a almorzar, José Luis y Thor ya se habían hecho amigos.
Juntos hacen cumbre entre las miradas del Espigüete y el Curavacas
que todavía no había entrado en nuestros planes.
La laguna del Pozo Oscuro estaba espectacular en su terraza sobre el
valle de Pineda.
Yo no quería gastar ni un gramo de energía en balde, así que entre
Las Huelgas y El Hospital tomamos el camino más corto.
Un paseíto sobre el Pozo Oscuro que termina aquí, por el que no
pierdes ni un metro de desnivel.
Desde la subida al Hospital, Las Huelgas tienen la mejor vista,
desde el collado del Tesoro parece otra cosa, pero es una cima bien guapa.
En cuatro pasos más alcanzamos la cima del Hospital, estos dos van
pletóricos, yo empiezo a pensar que se merecen algo más.
Le pregunté a Thor si quería subir al Curavacas y no hacía más que
mover la cola, yo pensé que era que sí.
El Hoyo Muerto tiene muy poca nieve, con la que tenía este invierno.
Pero ahí sigue su lago, su pico del Rebeco y su canal…
Desde aquí ya empezamos a valorar en serio la subida al Curavacas,
vamos como el Cholo, partido a partido, de momento hasta el collado del
Hospital y bajamos al Callejo Grande…
En el Callejo Grande miramos el reloj y calculamos a qué hora
estaríamos en la cumbre, vamos sobrados, solo falta intentarlo.
José Luis iba callado, pero en el fondo estaba deseando subir al
coloso verdinegro, con sólo decirle que nos sobraba tiempo, ya estaba en
camino.
Hemos subido muy despacito, yo ya estaba zurrado del sábado en los
Galayos y José Luis no quería gastar más de la cuenta, así que Thor se paraba y
nos ponía de cara de sois unos flojos…
El Curavacas siempre nos brinda buenas fotos, estas agujas enmarcan
la presa del embalse de Camporredondo.
En la parte alta aun aguantan unos neveros importantes que nos
complicaron un poco la progresión, no pensábamos pisar nieve, así que sin
crampones nos tocó trepar un poco más de lo habitual.
Thor nos sorprendió mucho, estuvo siempre a la altura de las
exigencias y trepaba más deprisa que nosotros.
En cuanto alcanzamos la Llana nos encontramos con unos gorriones
alpinos picoteando en los neveros.
Y al llegar a la cima veo a esta cabra y saco la máquina a toda
velocidad pensando que no me daría tiempo, me mira y ve que llevo una G 16, y
se colocó para la foto.
El Curavacas siempre magestuoso.
Un momento íntimo de agradecimiento mutuo por la compañía y sobre
todo por la complicidad.
Tres cumbre y tres montañeros, tres motivos diferentes, tres
felicidades que confluyen en una cima siempre mítica, siempre deseada.
En la cumbre hacía mucho frio, así que bajamos enseguida.
Que, os animáis, a ver si habéis subido y ahora no os atrevéis a
bajar.
Se atrevieron.
En la bajada el Curavacas nos enmarca Vidrieros con sus cervecitas
para animarnos.
Este cerambycido se sumó a nuestra excursión, ya con el pijama
puesto.
A Thor ya le llevábamos calentito…
Luego nos pegamos las típicas carreras por las pedreras, otro
momento Curavacas…
Ya en las praderas del valle empecé a buscar por todas partes y José
Luis me dice, pero que buscas… necesito un regalo para mi hermana que es su
cumple mañana y estoy buscando algo bonito…
Espero que te guste esta aguileña (Aquilegia vulgaris) es la más chula que he encontrado.
Cuando llegamos a Vidrieros estuvimos con la dueña de Thor y nos
dijo que después del rescate de Tente en Marzo, se había vuelto a quedar otra
noche en la cima. Se le van a llevar a otro pueblo por que se teme que acabará
mal esta historia.
Viendo las fotos en casa esta ha tomado un significado especial,
quizás es la última vez que Thor sube al Curavacas, ya, ya se, dicen que los
perros no piensan…
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