Hacía ya mucho tiempo que me sonaban las tripas de ganas de hacer esta
ferrata, pero quería venir con buena compañía y no se arreglaba.
Desayunamos en
Sotres y recogimos a la carrera, vamos que nos la quitan… y aquí estamos todos
preparados.
En el sendero de aproximación hay una alegoría para los miedicas, o
no sigas, o coge el trozo que necesites… Algún crac.
El comienzo es sencillo y para la inclinación que tiene le sobra
hierro, pero está preparado para los más jóvenes y para que se calienten los
flojos de espíritu.
Luego hay un paseo por el bosque con cable de vida que nos lleva
hasta “Las Tiesas”, el primer escape, final de la zona infantil y de los que no
cogieron tique del rollo.
Aquí comienza la ferrata de verdad, la cosa se pone interesante,
empezamos los tramos verticales.
Alguna pequeña travesía y de nuevo a trepar, se pasa el tiempo sin
darte cuenta.
Piedra y vegetación hacen del recorrido un amasijo de sensaciones, y
le quita un poco de la sensación de aéreo que me hubiera gustado.
Algunos no lo tenían claro, pero de momento todos nos siguen.
El grupo en vez de achicarse se va viniendo arriba, no pidáis paso,
que hay line continua… estamos llegando al “Huerto los Avellanos”.
Luego otro paseo por el bosque nos lleva a la “Cueva jabalí” que
tiene un par de salas, pero como no teníamos tiempo no paramos.
La salida de la cueva es una zona muy interesante de la vía, que en
todo su recorrido está equipada de maravilla.
Este tramo tiene un cambio de plano en un diedro y una salida un
pelin extraplomada que le dan mucha fuerza, es algo más aéreo y mola.
Luego nos enfrentamos a la “Rampa Carla Garrido” que tiene poca
inclinación, pero está muy bien resuelta colocando las grapas más separadas, es
un tramo para tirar de brazos y para que renieguen los menos altos.
Pero como vengo con gente muy preparada no hay obstáculo que les
frene, siguen empujando.
Luego hay otra travesía y esta rampa final, la pongo sin gente porque
se agarraban al cable, eso no vale, es trampa.
Las vistas de La Hermida en el fondo del valle son maravillosas
desde esta atalaya en mitad de la pared, para la "cueva ciloña" queda otro tanto.
Llegamos a la “Cueva Diosu”, poco antes hemos dejado atrás el
desvío a la “Cueva Ciloña” y optamos por el de los puentes, algo más corto,
pero muy interesante.
Nada más salir de la cueva nos encontramos con el primero, el “Puente
Diosu”
Es un puente tibetano de unos 37 metros de largo.
Se mueve un poco pero no mucho, lo normal en estos casos.
A la salida de la cueva hay caravana.
Merche decía, yo no creo que me atreva. Menuda funambulista.
A la salida una roca saca tripa por la izquierda y desaparece el
pasamanos, le da un toque de pimienta.
Las vistas aéreas ponen de
manifiesto porque es mejor mirar al cable.
Si miras para abajo se mueve el doble.
Luego hay una trepada con algo de desplome y bastante patio, el
mejor paso del recorrido de los puentes.
Enseguida se llega al segundo, Una pasarela de cien metros que vista
así contra la piedra del fondo parece una bobada. De momento vamos a largar los
disipadores para llegar al metro y medio que está el cable de vida.
Dicen que es peor el puente tibetano, pero en medio de la pasarela
hay una sensación de vacío que en el tibetano no se nota, quizás el cable te
tiene muy pendiente y en la pasarela se mira más abajo.
La verdad es que se hace eterna, parece que en dos pasos estás al
otro lado, pero cuando estás dentro parece que no se termina.
De nuevo la funambulista en acción, se da la vuelta y toda para
salir en la foto.
La pobre pasarela está bastante desdentada, rotos sólo vimos dos, pero
hay muchos movidos y los huecos le dan ambiente.
En la salida el mayor problema es desengancharse del cable de vida,
hay que subirse sobre los pasamanos para llegar.
Es larga y muy alta y se balancea, pero te deja un regusto a quiero
volver a pasar.
Según subes miras para atrás y dices, yo he pasado por ahí.
Luego ya sólo nos queda una llambría inclinada que nos lleva al
camino que nos devolverá a la realidad.
El sendero nos deja en la carretera de Bejes, por la que volvemos a
La Hermida.
Lo voy a confesar, robamos algunas cerezas por el camino que estaban
buenísimas.
Para terminar bien este maravilloso fin de semana, comimos en La
Hermida, yo como siempre que como por aquí, cocido montañés… pero sobre todo
nos saciamos de planes y buenos propósitos para el curso que viene.
Estupenda experiencia, Goyo. si tienes ocasión, no dejes de probar la de Los Llanos, em la carretera de Fuente Dé. Más corta, pero más intensa. Un saludo
ResponderEliminarEn cuanto tenga ocasión la probaré Luisfer, esta nos ha dejado con el mono...
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