Las montañas en enero están preciosas y las carreteras en algunas
zonas exigen mucha precaución, no hace falta quedarse en casa, solo poner todos
los medios para evitar problemas y a disfrutar.
Hay carreteras con menos problemas, pero no pasan por aquí. Contemplar
el Espigüete cuando pasas por Besande es una debilidad y si encima se pone el
traje de nubes de cielo mágico, es cautivador.
Empezamos nuestra ruta en Portilla de la Reina por el valle
de Lechada.
El valle enseguida se encajona en un desfiladero a veces
bastante angosto.
La aproximación por este valle es larga, pero la belleza
compensa con creces el esfuerzo.
Cuando el valle se abre nos desviamos a la derecha por el camino
de Barniedo que enseguida abandonamos para seguir de frente y cruzar un poco más
adelante el arroyo de Lechada.
Desde aquí cogemos dirección sur para mirar de frente la
cara norte del cordal que nos reclama.
Ya se ha terminado el valle y empieza la montaña de verdad,
en el primer calentón subimos a la lago Frontino a 1900 m.
Desde aquí las condiciones ya son más dura, la nieve empieza
a ser abundante y demasiado blanda, debajo hay hielo, así que todos con
crampones.
El tiempo en el valle era bueno, pero por el oeste ya estaba
entrando la niebla.
El alto de la Hoya de Pedro Miguel nos tapa el Cuartas y el
Hoyo de Vargas.
Poco a poco fuimos remontando por la falda del pico
Cebolleda.
El esfuerzo ya iba partiendo el grupo.
Coronar el pico Cebolleda fue como pasar de repente de la
calma a la tempestad.
El grupo no quería parar, pero había que tener un pequeño
recuerdo del pico Cebolleda de 2248 m.
Toda la arista era una cornisa de nieve que con la niebla no
se dejaba ver.
Progresar era realmente duro en esas condiciones.
Llegando al alto se empezó a despejar, aunque el frío no
aflojó nada.
Con un ligero velo vimos el Curavacas.
El pico Cuartas, que era el objetivo del día.
Abajo en el Hoyo de Vargas se adivinan las lagunas bajo la
nieve.
Eran las 15:30 y los coches estaban a 12 kilómetros,
decidimos que estos 2342 m. eran la cumbre del día y nos sentimos orgullosos de
nuestra aventura.
Sin perder de vista al Cuartas recogimos los trastos para
comenzar el descenso, nadie entiende más de montañeros que las montañas y él
sabe, que volveremos pronto.
Empezando a bajar pille esta foto del Curavacas, La
Curruquilla y Hoya Contina, un regalo para el esfuerzo del día.
Cuando llegamos al valle de Lechada ya se estaba escondiendo
el sol y nos quedaban siete kilómetros, llegamos a los coches de noche, hacía
mucho frío, pero estábamos muy contentos.
Buena descripcion algun dia tendras que recoger el final con las sopas de Velilla y el excelente trato de este bar en el que disfrutamos del ultimo rato de la jornada...
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