A orillas del Bernesga está Ciñera, pueblo desde el que
partimos para este corto, pero interesantísimo recorrido por la montaña central
leonesa.
Cerca del pueblo nos encontramos esta bocamina, convertida
hoy en pequeño museo y altar a Santa Bárbara, patrona de los mineros.
Los alrededores están también ambientados en este mundo
minero, para que nos podamos hacer una, a buen seguro equivocada idea, de lo
duro de esta profesión.
La zona minera la abandonamos por este puente, de arco entibado como
si fuera una galería minera.
Y por otro puente nos metemos de lleno en el bosque que nos
ha traído hasta estas tierras.
El Hayedo, faedo en Llionés, de Ciñera nos recibe con los
mejores colores del otoño.
El valle es tan estrecho que constantemente vamos cruzando
el arroyo.
Por un camino preparado para evitar la erosión nos metemos
en el que fue declarado bosque mejor conservado de España.
Todo está tapizado por las doradas hojas de las hayas y el
verde aterciopelado del musgo.
En esta catedral de la naturaleza, nosotros somos casi
insignificantes.
En este bosque también hay duendes, que como siempre nos
muestran su cara sonriente, pero no os confiéis…
El arroyo canta más alto su eterna estrofa de agua gracias a
la lluvia reciente y los olores del otoño son hoy más intensos, inundándolo todo.
Es un hayedo pequeño, pero las sensaciones que nos transmite
son inmensas.
Cuando lo abandonamos el valle se ha estrechado tanto que
parece no haber paso, una senda nos sube por una de sus paredes.
Para llevarnos a lo que parece más una cueva que un
desfiladero.
El arroyo de Villar se ha encargado de abrir este angosto
paso por el que sólo cruzamos gracias a la pasarela.
Al otro lado tenemos que seguir ganado altura para salir del
desfiladero.
Una mira atrás nos muestra la brecha en la caliza y de fondo
el hayedo de Ciñera.
Una vez alcanzado el collado la vista se expande y nos
permite seguir planificando la ruta que vamos a seguir.
Nuestro próximo objetivo fue la localidad de Villar del
Puerto.
Desde la que vimos la senda que por detrás del Alto de la
Campa nos llevaría al camino de regreso.
Desde el otro lado Villar del Puerto nos muestra su belleza.
Sin apenas desnivel dimos la vuelta para pasar al otro
valle.
Esta zona está muy cerca de las cuevas de Valporquero y no
faltan los vestigios que la denominan kárstica.
De frente y casi de golpe nos encontramos con la otra
realidad, protección y desprotección separados por una raya tan fina que no se
aprecia.
Desde la escombrera, vemos abajo el hayedo… y Ciñera…
La transformación del paisaje es bestial.
Mientras en una ladera disfrutamos de la vegetación mediterránea
de la cara sur.
Más abajo la escombrera se come un robledal.
Volver por aquí no fue
casualidad, hay que dejar claro lo que hace el capitalismo con las propuestas políticas de las campañas electorales.
Abajo, el Pozo Ibarra queda sepultado por el olvido y casi
por la explotación abusiva.
La torre de su pozo resiste al olvido.
Nosotros no nos resistimos a escalarla, es una fantástica vía
ferrata y sin cable de vida.
Una vista aérea del grupo.
En el descenso a Ciñera empezaron a caer las primeras gotas,
tocaba buscar refugio.
Para poner la bandera nos vale cualquier cumbre, la altura
la damos nosotros…
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