La vía ferrata El Cáliz se encuentra en la localidad Cántabra
de Ramales de la Victoria, en las proximidades de la cueva de Covalanas. Se
puede utilizar el aparcamiento de la cueva y el comienzo lo encontramos
descendiendo por el camino en dirección a Ramales.
Empieza con una aproximación a la pared por un terreno poco
inclinado y con abundante vegetación.
Es una ferrata que se te hace corta, tiene un recorrido de
trescientos metros y supera un desnivel de ciento veinte.
Los primeros tramos todos van en diagonal hacia la izquierda
del punto de partida.
Luego se supera un corto tramo vertical.
Y comenzamos a trepar hacia la derecha.
Hasta alcanzar una especie de cueva casi en la vertical del
punto de salida, desde aquí ya se mira con curiosidad lo que hay por arriba.
El primer tramo no presenta ninguna dificultad, es el
calentamiento.
Luego ya tenemos dos tramos bastante más técnicos.
Pero se siguen superando sin problemas, en pocos momentos
son verticales.
Los pasos más verticales son cortos y no meten presión.
Aunque sólo tienen agarres y hay que pisar en la piedra se
sube muy bien.
Incluso en muchos tramos sobraría ferralla, a veces están demasiado
juntos.
En este punto hacemos la segunda reunión, aquí tenemos que
escoger entre las dos salidas.
Hacia nuestra derecha tenemos una subida en diagonal
catalogada como poco difícil, aconsejable para la gente que no tenga
experiencia.
Nosotros que ya vamos adquiriendo algunos galones, optamos
por la de la izquierda, catalogada como difícil.
Aún así, nos hacemos nuestros posaditos.
Es que en lo vertical nos encontramos como en casa.
Uniendo las dos vías, hay un puente tibetano, que no
renunciamos a pasar.
Aunque lo más interesante de esta vía es superar este
espolón.
Que sin presentar grandes dificultades, es bastante aéreo.
Y le pone ese puntín que vamos buscando. Que no pique mucho,
pero un poco…
Poco a poco vamos llegando todos.
Y cruzando el puente, que es corto y muy estable.
En la vía de la derecha encontraréis el sitio ideal para
hacer fotos, es otro lujo de esta ferrata.
Una vez que habíamos cruzado todos, volvimos a cruzarle en
dirección contraria, para terminar el recorrido más difícil hasta arriba.
El descenso se hace casi en su totalidad por un bosque de
encinas.
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