Hoy tocaba día de investigación por el Curavacas, así que bien
tempranito en Vidrieros para que el sol no nos apriete demasiado en la subida.
Que ya nos apretaran las piedras de la pedrera interminable.
Bastante arriba la abandonamos para dirigirnos al corredor
de la Y que habíamos escogido para subir.
La subida por el callejo se nos hace muy aburrida y este
corredor es bastante entretenido, hay muchos tramos en los que hay que ir
trepando.
Algunos tramos tienen hierba y para mí son los peores, pica
más que las guindillas y te tienes que agarrar aunque no quieras.
También tiene muchos tramos en los que se puede descansar y
relajarse.
En ningún momento la inclinación es demasiada, algún bloque
de piedra lo pone más vertical, pero de forma muy puntual.
Bastante arriba se acerca a la canal Sur y hay un precioso
balcón para asomarse.
Luego hay que hacer una travesía horizontal que es el tramo
más expuesto, de todas formas se supera bien pues sobran sitios para agarrarse.
Al otro lado vuelve a aparecer el corredor que en poco
tiempo nos lleva a la arista un poco más arriba de la salida de la canal Sur.
Desde la salida de la Y divisamos los embalses de Ruesga y
Aguilar.
El Espigüete apenas asoma la cabeza entre el Pico Medio y la
Cima Oeste.
Luego continuamos por las viras de la cara Sur para acceder
a la cumbre principal.
Desde arriba sí que saca pecho el Espigüete y se muestra
como si fuera la prolongación del Curavacas, ellos hacen grande a la Montaña Palentina.
Ahí siguen la cruz de los Barruelanos y el cencerro de la
vaca de la guela…
Luego descendimos por la canal a la Meseta Inclinada para
dirigirnos Al Portillo situado entre el Pico Medio y la Cima Oeste.
La cima principal ya está otra vez allí arriba, cuando bajas
siempre te parece menos.
Por el corredor del Portillo descendimos a la Huerta Grande
aprovechando una reunión que hay montada.
El descenso de este corredor en verano es un poco caótico,
el terreno está muy descompuesto y la caída de piedras es constante.
Intentar destreparlo sin cuerda tiene que ser una auténtica odisea, además de peligroso. Ya con cuerda me lo pareció, pues con sesenta metros
no llegas hasta abajo y lo poco que te queda está tan sucio que flipas.
Abajo recogimos la cuerda y pensamos que habíamos terminado,
aun nos quedaba una pedrera que amenazó con comernos, al no estar pateada nos llevamos
para abajo varios camiones de piedra.
Ya en la Huerta Grande y a pesar del caos de piedras que
tenemos por delante, miras para atrás y ya vale la pena haber bajado.
Para subir cogimos la vía Del Notario que es una diagonal
bastante cómoda.
En la mitad tiene este bloque de piedra que le da un poco de
emoción.
Y una vista preciosa del Pico Medio, El Portillo, La Cima
Oeste, La Aguja del Pastel, el Torreón Chico y el cordal de la Curruquilla.
Luego se continúa sin problemas hacia la Brecha Muerta.
Paramos al otro lado a comer contemplando la espectacular
cara Noreste y sus muchos vericuetos.
Con las fuerzas repuestas volvimos a cruzar la Brecha Muerta
hacia la cara Norte.
Aquí se juntan la Vía del Notario con la Senda del Notario y
por esta segunda subimos hasta la Llana para descender por el Callejo Grande.
Después de un día tan ajetreado lo mejor es parar en la
fuente de Cabriles a quitarse el polvo que hemos tragado en la pedrera y
recuperarse un poco.
En el valle se van juntando las sensaciones, aún están muy
presentes los colores del verano, pero se van colando los del otoño para
recordarnos que se está acabando.
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