viernes, 16 de agosto de 2019

Petit Vignemale

He subido a Les Oulettes de Gaube a ver a Raquel, pero sólo encontré un banco vacio, ya no estaba su dorada espalda al sol, ni su cálida mirada clavada en la fría pared del Vignemale. Hay sueños que no pueden ser, pero volví a disfrutar del fiel beso de piedra que me roba el corazón.

Dejé la furgo en Pont d´Espagne, como ha cambiado, el aparcamiento de entonces es hoy la terraza del hotel, y más abajo hay uno inmenso y de pago. Comencé la ruta por el tramo de la antigua carretera.



Salí súper contento con las expectativas de mi sueño y sin saber lo que iba a hacer, solo tenía que disfrutar del agua que se precipita por el valle y del bosque por el transcurre la primera parte del recorrido.

Entre los claros del bosque ya empiezo a ver parte del circo que me trajo hasta aquí.

Cuando salgo del bosque me encuentro con el Lac de Gaube, uno de los mayores lagos glaciares sin intervención humana que se conserva en los Pirineos.

Le bordeo por la derecha según subo, disfrutando de lo poco llano que hay en todo el recorrido. Bajo el agua sigue siendo agreste, tiene una profundidad de cuarenta metros.


Nada más pasarlo cruzo el río de les Oulettes de Gaube y empieza de nuevo el fuerte desnivel.

Enseguida el lago parece una piscina colgada en la inmensidad del valle.

Y de frente se me aparece la gran cascada de Esplumouse ya cerca de los 2000 metros.

El final es parecido a la cola de caballo de Ordesa, pero con mucha más agua.

Superada la cascada suaviza un poco el desnivel, pero aun queda lo suyo.

Cada repecho parece el último, pero queda otro. Ya pronto aparecerá el circo…

Y por fin llego al rincón tantas veces soñado, Les Oulettes de Gaube.

Como no estaba Raquel seguí caminando por la senda de la Hourquette d´Ossoue, el refugio se fue quedando en el fondo como algo secundario.

El glaciar de Les Oulettes está bastante perjudicado.

El corredor de Gaube parece pequeño ante tanto gigante, pero sigue teniendo 500 metros.

No os los he presentado, son por la izquierda, el Petit Vignemale, La Espalda del Chaussenque, El Chaussenque, Le Piton Carré y el Vignemale. Yo aún albergaba esperanzas de hacer la arista hasta el Chaussenque.

El glaciar del Petit Vignemale también se ha cortado y no llega al suelo. Ya no están los grandes serac que se iban desprendiendo.

A la derecha del Vignemale se ve la senda que sube al Col des Mulets.

Y todo el valle de Gaube, por el que sube la ruta hasta el refugio.

Desde la Hourquette d´Ossoue el refugio de Baysselance. Le acerco con el zoom, ya las fuerzas empezaban a no sobrar.


Yo sin pensarlo mucho me puse a remontar la arista del Petit Vignemale, la del Chaussenque ya estaba descartada, no hay sentido común que lo aconseje con el cansancio que iba acumulando.

Según remonto voy encontrándome con viejos conocidos y me hace ilusión, aunque no quitan cansancio, dan mucha moral.

Desde la derecha, Los Gabietos, El Taillón, La Mesa de Balcillac, La Brecha de Rolando, El Casco, La Torre de Marbore, Los Picos de la Cascada, El Pico Marbore y Justo detrás aparecen el Cilindro de Marbore y el Monte Perdido, a la izquierda y cerrando el circo de Gabarnie Los Astazus.

Y yo, feliz de haber llagado hasta aquí.


Una cría de gorrión alpino me estuvo haciendo compañía en la cumbre.

La arista del Chausenque la había descartado por cansancio, de no ser así lo habría hecho por inviable en solitario y sin asegurar. Tiene tela…

El glaciar d´Ossoue también tiene un aspecto bastante triste.

Descendiendo pillé esta vista del valle d´Ossoue con el embalse de Barrage d´Ossoue, la ruta por la que subimos al Vignemale.

Al bajar me di cuenta que la Hourquette d´Ossoue está Himalayizada… debe ser la moda.

Descendiendo vi como se desprendían trozos del glaciar de Le Oulettes y caian al valle, la verdad es que da pena, si no vienen unos inviernos fríos de verdad, en pocos años no existirá.

Esta torrentera que recorre todo el valle, es el glaciar que se derrite, puede que en unos años tampoco baje.

Esperemos al menos que el Lac de Gaube aguante los veranos.

La ruta es sencilla, menos la subida al Petit Vignemale que no es difícil, discurre por un GR, pero tiene 27 kilómetros y 1638 metros de desnivel, una buena paliza, pero bien recomendable.

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