Sabíamos
que había nevado mucho, pero nosotros teníamos una ruta preparada y a por ella,
para abandonar siempre hay tiempo. En Velilla ya había bien de nieve y -8º así
que nos refugiamos en nuestro bar para dar cuenta del bizcocho que nos había
hecho Rocío
Después nos cogimos la carretera de los pantanos y nos encaminamos
para Cardaño de Arriba, al llegar a Puente Agudín menos mal que conocemos el
camino, porque lo que es ver los carteles estaba complicado.
Con la pila de nieve que había pensábamos que no tendríamos donde
aparcar, pero habían pensado en nosotros, sabían que no íbamos a desistir y
habían limpiado el aparcamiento. ¡¡¡Gracias!!!
Dani apareció con su compañero inseparable “Zeru” el pobre no sabía
lo que le esperaba.
Como hacía bien de frio nos pusimos en marcha pronto, teníamos ganas
de pisar nieve y empezamos pisando mucha ya por el pueblo.
Nada más pasar la espadaña de su iglesia, las miradas ya empezaban a
mirar hacia arriba.
Al poco de abandonar el camino nos encontramos con esta cervatilla
que estaba escondida entre unas escobas, la pobre casi no podía moverse, el
Zeru la animó a salir.
A duras penas fue dando saltos y hundiéndose de nuevo hasta que
contactó con una de las muchas sendas que había de sus congéneres y se alejó.
Nosotros que tenemos la piernas un poco más largas, aún podíamos
progresar, aunque costaba lo suyo abrir huella.
La nieve era toda nueva, la semana pasada no había, aquí no había
riesgo de placas, sólo se necesitaba fuerza bruta para poder progresar.
En el fondo del valle iba quedando la senda del lago de Las Lomas.
Mientras los zapadores se pegaban con el medio, que estaba muy
blanco y muy negro al mismo tiempo.
A nuestras espaldas quedaba la Peña del Castillo que puede presumir
de un buen manto.
No teníamos muy claro si estábamos abriendo huella o haciendo
trincheras. Mirar para atrás era ver una zanja en la nieve, a veces de un metro
de altura.
El equipo rompedor… gateando para no hundirse demasiado.
El Zeru siempre en medio, por si era poco duro abrir camino.
A pesar del buen trabajo de la cabeza, progresar costaba mucho, era
una verdadera paliza pero pocas veces se disfruta de este nevadón.
Bajo la nube Peñas Zuhurdias y Peñas Malas, despejado el Pico Internauta, a la derecha el Pico Cuartas.
Según vamos ganando altura el viento va marcando su territorio y la
temperatura empieza a bajar.
El Espigüete estuvo toda la mañana peleando con las nubes bajas, pero
no logró deshacerse de ellas, a pesar de eso estaba majestuoso.
Zeru se ganó bien el pienso, sólo por las pelotas de nieve que fue transportando
toda la mañana se había merecido un buen chuletón del país.
Bueno y todo el equipo, ha sido un día muy bonito, pero muy duro, de
esos que sufres y disfrutas a partes iguales, pero como siempre, prevalece el
disfrute.
Llegamos a un punto en el que tocaba decidir si seguíamos por la
arista en busca de nuestro objetivo, que era el Pico de Hoya Contina o si nos
dábamos la vuelta. Decidimos por mayoría que era mejor descender. Mientras
tanto las nubes nos dejaron ver el Pico Murcia.
La bajada una vez que perdimos altura y el viento nos dejó, fue muy
disfrutona. Dejarse caer, resbalar, hundirse, pero siempre sin peligro, con un
colchón de un metro de nieve blandita.
En la bajada nos encontramos este dormitorio de los ciervos, habían
pasado la noche unos cuantos y ramoneado las puntas de los brezos, lo que hace
el hambre.
Cardaño nos recibe frío, pero acogedor, sus casas ahora deshabitadas,
siguen dando la sensación de calor humano.
El aparcamiento es como un pequeño oasis entre tanta nieve, la
pequeña parte civilizada entre tanta naturaleza pura y virgen. Espero que nunca
se haga la estación de esquí.
Siempre que venimos por estas tierras son sus montañas las que nos
convocan, su nieve, sus lagos, sus paisajes. Pero siempre habrá una ventana por
la que mirar con respeto y admiración a las gentes que con su forma de vida
tradicional, hicieron de Fuentes Carrionas un lugar único y maravilloso.
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