En esta ocasión si podemos pasar de Cervera y nos metemos de lleno
en La Pernía. En San Salvador de Cantamuda se aprecian bien las dificultades
para vivir en esta zona.
Camino de Areños la carretera está bien protegida para evitar las
salidas de la vía.
Cuando llegamos a Camasobres empezaba a llover, pero el cielo nos
hacía albergar esperanzas de que mejorara.
Los caballos han sido recogidos y recluidos en pequeñas estabulaciones
junto al río en las que les alimentan.
Desde aquí la carretera está cortada, así que nos disponemos a subir
andando.
Algún tramo se ve que lo abrieron, pero se volvió a cerrar y
desistieron…
El desfiladero de La Hoz, que siempre resulta grato atravesar, es hoy
una carretera fantasma que le aporta una apariencia totalmente distinta de lo
que recuerdas.
Al final cruzamos el puente sobre el arroyo Lazán.
Y antes de volverlo a cruzar por el segundo puente, abandonamos la
blanca carretera y nos metemos a saco campo a través.
Decidimos subir entre los bosques para ir ganando altura…
Y la ganamos, pero con mucho más esfuerzo del que nos imaginábamos,
la nevada es importante y aunque ha compactado un poco con el agua, la falta de
unas buenas heladas la mantiene demasiado blanda.
A pesar de todo ha sido una travesía bien bonita, dura, pero bonita.
Después de una hora batallando entre robles y hayas, salimos a la
arista de Peña Abismo.
Desde aquí podemos ver el pueblo de Piedrasluengas, que no
entendemos porque la Junta ha abandonado y dejado sin comunicación con
Palencia. Hay nieve, pero la carretera se puede abrir…
Tras este tirón de orejas, nosotros a lo nuestro, enfilamos por
debajo de la cara norte de Peña Abismo en busca del corredor noroeste.
A medio camino ya empezamos a ver desprendimientos de nieve de la
cara norte. No pinta muy bien, aunque tampoco teníamos grandes esperanzas según
estaba la nieve.
Justo cuando llegamos debajo del corredor, se pone a llover y la
niebla se hace mas intensa.
Nos lo pensamos un rato, pero como llovía y no estaba para andar
perdiendo el tiempo decidimos que ya que estábamos ahí echábamos una mirada.
Encima del primer tramo de 35º las cornisas parece que se quieren
suicidar, pero si no han caído ya, no es probable que se caigan, están bien
agarradas.
En el resalte de 60º decidimos asegurarnos, quedaba muy poca nieve y
la piedra estaba muy mojada. Decidimos no usar los crampones y acertamos, la
subida fue sencilla.
El peor enemigo ha sido en todo momento el frío provocado por la
lluvia y el viento, en estos momentos se ve la madurez, dan ganas de correr,
pero sería el mayor error. Hemos aguantado el tipo con paciencia y endurecido
un poco más nuestro espíritu.
Ya en la arista recogemos los trastos.
Y hacemos cumbre bajo la mirada bien mojada de mi pobre cámara de
fotos.
La bajada ha sido otra buena prueba, la niebla se ha cerrado tanto,
que de no conocer la bajada, hubiera sido una temeridad. La cara noroeste tiene
mucha nieve, bastante desnivel y no se veían ni diez metros, de hecho, conociéndola,
hemos bajado más de la cuenta.
Recuperado el rumbo, paramos a comer, luego de nuevo la travesía por
el bosque y por fin vemos la carretera y nos sentimos aliviados, ha sido una
ruta dura.
Nos recomiendan ir a 40, pero ni caso, con ir tenemos más que de sobra.
El arroyo Lazán esta precioso, no nos bañamos porque era tarde…
Pensando en una cervecitas, desfilamos felices por el desfiladero.
Y llegamos a la Posada de Fuentes Carrionas, que es como llegar al paraíso.
Felipe siempre nos sorprende con algo interesante, es un gran chef,
una carne guisada impresionante, una muy buena compañía y el calor que
necesitábamos.
La ruta ha sido dura, pero salimos de Camasobres como tres personas
nuevas…
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