Riaño nos recibe
con esa cara medio triste de los días de borrasca, la niebla tan habitual es
apenas un trazo a media altura, genial para un día especial como este, está separando
los valles de las alturas…
Hoy no vengo con
montañeros como en otras ocasiones, hoy vengo con compañeros del trabajo que
quieren tener una experiencia diferente y la niebla ha marcado el territorio,
abajo, arriba.
Comenzamos nuestra
ruta desde Horcadas por unos caminos que en otoño cobran un color especial, en
dirección norte para pasar entre el Raso y Cueto Casnello.
Cuando llegamos a
los prados de Las Vallejas nos alcanzan las nubes que nos amenazaban por el
oeste y en lugar de amedrentarnos, nos alegran con estos paisajes maravillosos.
La lluvia tamizaba
el paisaje y mientras en el Espigüete podíamos distinguir la V y la salida de la canal oeste,
todas las lomas del paisaje cobraban un toque mágico.
La naturaleza es
muy generosa y un roble de porte
impresionante nos dio cobijo hasta que escampó.
El agua hace que el
paisaje cobre colores excepcionales, este pequeño bosque de espino albar, es en
si mismo merecedor de nuestra presencia aquí.
Cuando escampó
retomamos nuestra ascensión, por esta pequeña canal que nos sube a la collada
Bachende.
Por esta collada
pasamos a la cara norte y comenzamos a subir el dirección oeste.
Poco a poco vamos
ganando altura, sin prisa, hay que disfrutar de unas vistas excepcionales.
Y de la
experiencia, hoy es nueva para todos y me encanta mirarlos y ver sus
reacciones.
Hoy además de la
subida, que es preciosa, he disfrutado de subir con ellos, estaban ilusionados,
como los niños cuando nieva…
El Cueto Cabrón nos
enseña esa grieta, a ver cuando volvemos a subir por ella…
A cada paso el
paisaje es más bonito, pero para mirar hay que pararse, el suelo estaba muy mojado y lo fácil se hacía complicado.
Ya estamos casi en
la cumbre, el final se sube por una canal fácil.
Hemos puesto la válvula
del corazón de Kin a prueba y ha resistido, es de buen material, y hemos
conseguido algo mas importante, le hemos bajado los decibelios de 200 a casi callado toda la
subida.
Por fin alcanzamos
la cumbre y fotos a todas partes…
Un poco de seriedad
para la foto oficial de cumbre, que se vea quien está.
A estas horas la
borrasca ya estaba en la montaña palentina, nosotros nos comimos el bocata
disfrutando de este mirador.
La arista del Gilbo
y de fondo Las Pintas, la
Collada de Anciles, El Yérenes, el Pico Castaño…
Felices de nuestra
gesta nos disponemos a bajar.
Poco a poco vamos
dejando la cumbre en su soledad y volvemos a desandar lo subido.
Algunos tramos con
sumo cuidado para no tener algún susto.
Según descendemos
tenemos de frente Peña Vallarque o La
Peñica según la llaman en Horcadas.
En la collada
Bachende me llama la atención este contraste, vida y muerte, esencia de la
naturaleza.
En la bajada, sin
llegar al collado del Baile, nos dirigimos derechos hacia este refugio que
vemos en el valle.
Nos costó un poco
de campo a través y algún arañazo, pero era la puerta del bosque.
Por el que pudimos
disfrutar de algunos robles impresionantes.
Un agradable paseo que no esperábamos ni en sueños según empezó el día.
Un verdadero placer
disfrutar de estos ejemplares.
Otra visita
obligada es la casa Peñalba y bien que sentimos no podernos quedar a comer, tenía
más gente y ya éramos muchos, pero aquí se come bien.
Nos fuimos a comer
a Riaño, a casa Sainz y comimos muy bien, claro, esto lo tenemos mas entrenado
y nos salió de lujo.
Luego dimos un
pasein por la orilla del pantano para asentar todo aquello.
Y hacer una foto de
recuerdo para que quede claro que hemos subido al Gilbo y que los montes de
Riaño son preciosos.
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