sábado, 17 de octubre de 2015

El Gilbo

Riaño nos recibe con esa cara medio triste de los días de borrasca, la niebla tan habitual es apenas un trazo a media altura, genial para un día especial como este, está separando los valles de las alturas…

Hoy no vengo con montañeros como en otras ocasiones, hoy vengo con compañeros del trabajo que quieren tener una experiencia diferente y la niebla ha marcado el territorio, abajo, arriba.


Comenzamos nuestra ruta desde Horcadas por unos caminos que en otoño cobran un color especial, en dirección norte para pasar entre el Raso y Cueto Casnello.

Cuando llegamos a los prados de Las Vallejas nos alcanzan las nubes que nos amenazaban por el oeste y en lugar de amedrentarnos, nos alegran con estos paisajes maravillosos.

La lluvia tamizaba el paisaje y mientras en el Espigüete podíamos distinguir la V y la salida de la canal oeste, todas las lomas del paisaje cobraban un toque mágico.

La naturaleza es muy generosa y un  roble de porte impresionante nos dio cobijo hasta que escampó.

El agua hace que el paisaje cobre colores excepcionales, este pequeño bosque de espino albar, es en si mismo merecedor de nuestra presencia aquí.


Cuando escampó retomamos nuestra ascensión, por esta pequeña canal que nos sube a la collada Bachende.

Por esta collada pasamos a la cara norte y comenzamos a subir el dirección oeste.

Poco a poco vamos ganando altura, sin prisa, hay que disfrutar de unas vistas excepcionales.    

Y de la experiencia, hoy es nueva para todos y me encanta mirarlos y ver sus reacciones.    

Hoy además de la subida, que es preciosa, he disfrutado de subir con ellos, estaban ilusionados, como los niños cuando nieva…




El Cueto Cabrón nos enseña esa grieta, a ver cuando volvemos a subir por ella…

A cada paso el paisaje es más bonito, pero para mirar hay que pararse, el suelo estaba muy mojado y lo fácil se hacía complicado.


Ya estamos casi en la cumbre, el final se sube por una canal fácil.

Hemos puesto la válvula del corazón de Kin a prueba y ha resistido, es de buen material, y hemos conseguido algo mas importante, le hemos bajado los decibelios de 200 a casi callado toda la subida.

Por fin alcanzamos la cumbre y fotos a todas partes…     

Un poco de seriedad para la foto oficial de cumbre, que se vea quien está.

A estas horas la borrasca ya estaba en la montaña palentina, nosotros nos comimos el bocata disfrutando de este mirador.

La arista del Gilbo y de fondo Las Pintas, la Collada de Anciles, El Yérenes, el Pico Castaño…

Felices de nuestra gesta nos disponemos a bajar.



Poco a poco vamos dejando la cumbre en su soledad y volvemos a desandar lo subido.


Algunos tramos con sumo cuidado para no tener algún susto.    

Según descendemos tenemos de frente Peña Vallarque o La Peñica según la llaman en Horcadas.

En la collada Bachende me llama la atención este contraste, vida y muerte, esencia de la naturaleza.

En la bajada, sin llegar al collado del Baile, nos dirigimos derechos hacia este refugio que vemos en el valle.

Nos costó un poco de campo a través y algún arañazo, pero era la puerta del bosque.

Por el que pudimos disfrutar de algunos robles impresionantes.

Un agradable paseo que no esperábamos ni en sueños según empezó el día.

Un verdadero placer disfrutar de estos ejemplares.

Otra visita obligada es la casa Peñalba y bien que sentimos no podernos quedar a comer, tenía más gente y ya éramos muchos, pero aquí se come bien.


Nos fuimos a comer a Riaño, a casa Sainz y comimos muy bien, claro, esto lo tenemos mas entrenado y nos salió de lujo.


Luego dimos un pasein por la orilla del pantano para asentar todo aquello.  

Y hacer una foto de recuerdo para que quede claro que hemos subido al Gilbo y que los montes de Riaño son preciosos.

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