Tan contentos porque al fin estaba nevando
nos fuimos al Valdecebollas, pensábamos dejar los coches en La Collada, pero
las cosas se fueron complicando con la nieve y nos tocó darnos la vuelta y
dejarles en el refugio de La Cubilla.
La diferencia tampoco es mucha, no llega a
dos kilómetros que nos sirven de calentamiento, hacía un frío del carajo… y
peleando por subir en coche nos habíamos quedado helados.
El aparcamiento de La Collada parece más
grande que otros días.
La subida hacia el Golobar tiene una buena
capa de nieve.
En el chozo de Kike que no daba mucho el
viento, nos reunimos para hacer la foto de salida.
Y seguimos apretando con fuerza, en la
esperanza de empujar las nubes y despejar el cielo.
En el Golobar paramos a reponer fuerzas
refugiados del viento que bajaba del Sestil.
Cuando retomamos la marcha las nubes ya
casi se habían marchado, el frío seguía siendo mucho, pero al menos veíamos
posible una recompensa.
En algunas zonas el viento ha hecho buenas
montoneras.
En otras apenas queda la nieve dura de días
anteriores.
Pero el ambiente es invernal y la subida al
Sestil alto está realmente preciosa.
En la ladera de enfrente el fuerte viento
nos compensó el frío con esta fuente de nieve, surtidores de polvo lanzados al
cielo, para celebrar la llegada del invierno.
Cuando alcanzas el Sestil alto, es
imprescindible hacer una parada, casi siempre hace frío, hoy hacía mucho, pero
había mucho que ver.
Cerca las cascadas de hielo, de fondo, desde
el Curavacas hasta Peña Prieta con todo el cordal entrevelado pos las nubes.
La cima del Valdecebollas nos reclama esa
visita obligatoria para disfrutar del balcón perfecto sobre la montaña
palentina.
Entre la nieve y las nubes, aparece
Castilla, serena, inmensa.
La travesía del Sestil al Valdecebollas fue
dura, el viento del Norte en este paso no tiene compasión, pone a prueba a las
personas que quieran pisar la cumbre.
La sensación térmica ha sido muy baja, pero multiplica por otro tanto la satisfacción de llegar al Torreón, alcanzar esta cumbre tan amplia siempre provoca buenas sensaciones.
La montaña palentina ya se ha vestido de
gala, ya tiene ese color que nos convoca y nos reclama.
Posar junto al Torreón del Valdecebollas
siempre ha sido un orgullo para mí, me puede mi sangre palentina.
Aquí arriba la supervivencia es complicada,
te puedes convertir en estatua de hielo.
Algunos marcharon corriendo, otros, a pesar
del frío, no nos cansábamos de contemplar el espectáculo.
Que pillada más buena, tumbando el cuerpo, para
compensar la fuerza del viento.
A la vez que perdimos altura el viento se
fue parando y con el Golobar a la vista para comer ya todo era de otro color. A
pesar del frío ha sido un día bien chulo, la tarde se quedó buena, prometiendo
una helada de campeonato.
Vaya día guapo, exceptuendo el frío, que habéis pillado, goyo. ¡Buenas fotos!
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