Madrugar y ponerse en camino de noche abre el abanico de
posibilidades y te regala el espectáculo de la luz rompiendo la oscuridad de la
noche para que el nuevo día estalle de alegría, mientras la niebla empieza a
despertarse con los primeros cantos de los pájaros.
Desde mi camino hacia Añisclo con las primeras luces del día
me encuentro con esta imagen del pico Añisclo y la Punta de las Olas luciendo
las primeras nieves del otoño.
Desde el mirador de Cruces contemplo el Cañón de Añisclo a
vista de pájaro, aún con la niebla en el fondo.
Desde el aparcamiento de San Urbéz la entrada en el cañón es
espectacular, la carretera hasta aquí es mala, pero con esta vista, ya está
compensado.
Para entrar en el cañón construyeron un puente nuevo, pero
el viejo puente de San Urbéz es una joya, un autentico placer cruzar sobre el
río por un puente tan estrecho y a una altura impresionante.
Al poco llegas a la ermita de San Urbéz, construida en la
cueva que habitó.
Frente a la ermita desemboca el río Aso en el río Bellós que
recorre todo el cañón y será mi banda sonora todo el día.
El principio es un camino ancho y tranquilo, pero en el
puente de Sangons se termina y empieza el verdadero paraíso de Añisclo.
El fondo del cañón es una fiesta del agua, la constante sucesión de cascadas y riachuelos que bajan de las laderas te atraen a cada instante.
Las laderas pobladas de hayas, abetos y tejos forman una
maraña de vegetación que en muchas partes apenas entra la luz.
El Bellós en algunos tramos discurre plácidamente,
descansando de lo bajado, recobrándose para lo que le queda…
El haya es todo un ejemplo de supervivencia, adaptándose a cualquier situación del terreno. Al pasar junto a esta, no puedes menos que hacer una reverencia.
Pasado el calentón para llegar a Ripareta, hay que cruzar el
barranco Carduso, las opciones de mojarse son bastantes.
El cañón a estas alturas, por encima ya de los 1500 m. es muy estrecho.
Cruzado el paso de Foradiello, se progresa por la margen izquierda
y cuesta imaginar por donde se pasará, hay un tramo equipado con cadenas.
Superados estos tramos apareces en el típico valle glaciar
con forma de U.
En las cumbres evolucionaba la niebla, en el valle la compañía
de las ovejas me duró hasta La Fuenblanca.
En este punto el cañón se divide en dos, de frente tenemos
el Mallo Oscuro, del que brota la surgencia de La Fuenblanca.
Por su izquierda baja el Barranco de Arrablo.
Por la derecha el río Bellós desde el Collado de Añisclo.
En las laderas los tejos ofrecen sus frutos otoñales.
Descendiendo una bonita vista del paso de Foradiello.
El Cordal de los Setrales dominando todo el cañón.
El bosque ya se está preparando para la fiesta del otoño,
esta haya con los pantalones de pana verde.
Esta con la camisa de volantes.
Algunas especies ya han sentido los primeros escalofríos del
letargo invernal.
El río saltando de poza en poza con la luz de la tarde está
precioso.
Las riberas van tornándose más cálidas a medida que avanza el
otoño.
El amigo sapo no se resiste a salir de su escondrijo para
contemplarlas.
Cuando salí del Cañón de Añisclo, caía la tarde, cogí la
furgo y subí de nuevo al mirador de Cruces, el cañón se iba quedando a oscuras…
Los últimos rayos de sol encendian la cima de La Punta de
las Olas como si quisieran remarcar lo que supera los tres mil metros.
Con las últimas luces del día, los colores se van
difuminando y la oscuridad vuelve a cubrirlo todo, como si nos lo envolviera
para regalárnoslo de nuevo al amanecer, mientras se escuchan los últimos cantos
de los pájaros…
Chulísimo, Goyo! El azul del agua parece pintado!!!! Y los verdes, increíbles!!!
ResponderEliminarEl sábado otro atracon de otoño en Asturias..
Eliminarhola Goyo,acabo de verlo y es espectacular.Es el cañon que veiamos desde la Tuca.
ResponderEliminarEse mismo, espectacular desde las cimas y muy cautivador recorriendo sus tripas. Casi tan bello como como Ordesa y mas salvaje.
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