Era un número redondo, X Jornada Travesía y las estrellas se
alinearon en las constelaciones para que pudiera acudir el sábado a la charla
de Ana Isabel Martínez de Paz en la XIII
Semana de la Montaña de La Escalerilla, que anunció como “Mujeres en el
Naranjo” y las dos cosas me apasionan.
Pero fue mucho más, empezó haciendo un repaso a las pioneras
en el alpinismo, luego siguió con las mujeres en el Naranjo, para acabar con su
propia historia con esta montaña cuya cumbre ha pisado ya cien veces. Un gran
trabajo realizado con Isidoro Rodríguez Cubillas y una presentación realizada
con tanta ternura, que además de ser un trabajo maravilloso, te consigue
emocionar. ¡¡¡ Intentad verlo!!!
El domingo comenzó como las nueve veces anteriores,
encuentro en el Ademar, repaso de inscritos, regalo de la federación, y un café
con los amigos de La Escalerilla. Luego a La Collada y en marcha, como no había
nieve y había niebla en el alto comenzamos bajando.
Con la niebla por arriba disfrutamos del murmullo de las
fuentes que abastecen el arroyo de Canal.
El tiempo a pesar de ser invierno es primaveral, muy buena temperatura y agua por todas partes.
El cielo prometía regalarnos buenos momentos a pesar de que
las previsiones solo decían que llovería.
Poco a poco cambiamos las suaves lomas y las dulces escobas
por los primeros indicios del bosque.
Para meternos en el bosque Canal y quedar maravillados de la
grandiosidad de sus acebos.
Y sumergirnos entre las ramas de los árboles que se
entrelazan con nuestros recuerdos infantiles de los bosques encantados.
Luego salimos a un claro qué aprovechamos para comer el
bocata disfrutando de la buena compañía.
Las praderas siguen afirmando que es primavera, los narcisos
han tomado posesión de su espacio y ocupan todos los claros del bosque.
Continuamos nuestro paseo por el bosque y nos encontramos
con el abuelo de los robles, mi abuelo siempre me parecía muy grande.
Y como buenos nietos nos dejamos cobijar bajo sus brazos. Mientras hacía la foto la niebla se estaba marchando.
Luego tuvimos que cruzar el arroyo Canal, que baja bastante
agua.
Cada uno por donde le parecía más fácil. El caso es que me
quedé sin foto de chapuzón.
Luego el terreno se puso cuesta arriba, y algunos dejaron claro que tenían
mono de nieve.
Hasta el dálmata se dio su paseo por la blanca alfombra.
Y casi alcanzamos la arista del alto de Canalejas.
Aquí partimos el grupo en dos y unos decidieron bajar hacia
el arroyo para subir al Golobar y el resto como había mejorado el tiempo, decidimos
subir por la arista al alto de Canalejas.
La parte alta de la arista está todavía preciosa, se quitó
mucha nieve, pero aquí había tanta que no ha podido con ella.
Llegando al alto hay que mirar para atrás, el día está muy
guapo, no sabe si salir el sol o ponerse a llover.
Entre el grupo que progresa por la arista y los nubarrones
altos se divisa el embalse de Aguilar placido y tranquilo.
Desde el alto teníamos a tiro de piedra el Valdecebollas,
pero el reloj nos marcaba la hora de regresar.
Según empezamos a bajar, tenemos alineados el Cuchillón, el
Tres Mares y Peñalabra.
El grupo en el alto de Canalejas.
Una mirada de reojo a la arista por la que hemos subido.
Y de frente el Golobar y la carretera de vuelta a la
Collada.
Descendimos en diagonal por los neveros.
Para afrontar la bajada por la cuenca del Sestil al Golobar y a paso ligero hasta La Collada.
De La Collada que os voy a decir que no os haya dicho ya, si
esto lo llenamos de alubias con chorizo, tocino, morcilla, pies, orejas, en vez
de una olla de barro se convierte en una bomba especial para Montriperos, como
decía mi madre “nos hemos puesto como nuevos”
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