Subir a Peña Lusa desde el Portillo de La Sia es la mejor
opción para hacer esta cumbre a caballo entre el alto Asón y Lunada, el primer
tramo sembrado de aerogeneradores lo podemos ignorar, pero a partir de Peña
Ralua, todo va mejorando.
Hemos ido disfrutando a nuestra derecha del barranco de
Valdecarneros, que nos deja al pie de la rampa que nos sube a derecho a la cima
del alto de La Inmunia, este es el tramo más exigente de todo el recorrido.
Descendimos de La Inmunia y atravesamos las suaves cimas del
alto de La Rasa en dirección Norte, ya con Peña Lusa frente a nosotros.
Antes de descender al collado de La Tramasquera decidimos parar a comer el bocata y disfrutar
de la buena vista que nos regala la altura.
Con un poco de zoom sacamos esta buena vista de La Cubada
Grande, el collado de La Canal y el Castro Valnera.
Atravesando el collado de La Tramasquera.
Desde el collado las vistas del valle de Soba son
espectaculares, la niebla disipa en parte el verde de los prados que disfrutamos nosotros en directo.
Desde el collado se sube al Copete de la Tramasquera, una
pequeña elevación que llama la atención por ser casi circular.
Aquí nos agrupamos para descender a otro collado que nos
deja frente a la pared de Peña Lusa.
Ya todo es para arriba, pero como es poco desnivel y algún
tramo se sube bastante vertical, se hace casi sin darte cuenta.
Al no tener ni gota de nieve, la subida es como un paseo
para ir disfrutando del paisaje. Con nieve, algún tramo es bastante técnico.
Tras la primera chimenea hay una faja bastante ancha por la
que seguimos progresando con mucha comodidad.
Más adelante se va estrechando y se complica un poco la
progresión, pero sin llegar a ser difícil.
Hasta llegar a un punto en que la mejor salida es por otra
chimenea hacia arriba.
Este
tramo con nieve también aprieta un poco, mas por la altura que por la
dificultad.
Una vez superada, se continúa por otra faja con más desnivel
pero mucho más ancha, que nos lleva hasta la cumbre.
En la que posamos orgullosos con nuestros amigos de La Escalerilla de Barruelo de Santullán. Un verdadero placer tenerlos como amigos y más aún poderles enseñar las montañas de mi tierra.
Desde la cumbre nos hubiera gustado ver la playa de Salvé de Laredo, pero la bruma y mucho humo de las quemas incontroladas, pero permitidas, nos lo impidieron. Así que para abajo sin ver la Cantabria infinita.
Empezamos el descenso subiendo, para recorrer la arista de Peña Lusa y disfrutar de las vistas hacia la cara Norte.
La cara Norte tiene muchas canales por las que perderse para disfrutar de paisajes de ensueño en la mas absoluta soledad y con un silencio impresionante. Pero si vas conmigo te resultará imposible, no creo que me calle y menos en mi pueblo.
En noviembre nevó muchísimo, a pesar del calor que está haciendo, algunos neveros dan fe de ello.
Aunque caminamos por la arista pegados a la cara Norte, no
hay que perder de vista la cara Sur, un gran hito nos marca la canal para el
descenso.
Desde aquí el recorrido es el mismo que el de la subida.
En esta foto se aprecia la zona por la que se subiría desde Lunada.
De vuelta hacia El Copete, otra buena vista del valle de
Soba.
El collado de La Tramasquera y la pared que lo separa de los altos de La Rasa.
Como todas a primera vista, parece difícil, pero se sube muy bien.
El tramo superior ya es muy tendido y se anda mejor.
El valle de Lunada, el hayedo de La Lusa, el collado de La Tramasquera, la zona final y más tendida. También la más peligrosa, por que si te caes aquí vuelves a bajar.
Paramos a comer en el alto para contemplar Peña Lusa y hacer conjeturas sobre El Copete y su cúpula. Si tuviera luces parecería un platillo volante.
A nuestras espaldas tenemos el alto de La Inmunia con la brecha de un gran hundimiento.
Para la vuelta en vez de volver a subir La Inmunia, tomamos este sendero que entre los dos cortados nos saca hacia Peña Ralua. Luego la pista de los aerogeneradores nos devuelve a La Sia.
Nuestra intención era hacer una invernal chula en Peña Lusa, pero el tiempo está muy loco y nos ha recibido con narcisos.
Este gorrión alpino me lo estuvo explicando un buen rato, la culpa no es de los pájaros, sino de los pájaros que sólo piensan en enriquecerse.
Que razón tiene y que guapo es.
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