El Palas

Desde que en Febrero del 2019 subí el Ariel tenía el Palas en mi corazón, es una montaña de las que enamoran a primera vista, así que a la primera ocasión que tuve me puse en camino hacia su cumbre, ni siquiera las previsiones eran las mejores, pero el amor…

Al venir de Picos de Europa, el mayor contraste es el agua, el ruido ensordecedor de las torrenteras que se precipitan por los valles sustituye al repiqueteo de los cencerros de las vacas.

Por el GR 11 voy remontando el barranco del río Aguas Limpias que baja desde el ibón de Campoplano, por encima de Respomuso.

Una vez pasado el Llano Cheto me desvío a la izquierda hacia los ibones de Ariel y por una pendiente bastante fuerte voy remontando la Mallata de Saldiecho.

A 2140 metros entro por un collado que da acceso a los ibones de Ariel con vistas a la arista de los Frondiellas.

En cuanto alcanzo el ibón de Ariel Baxo ya tengo delante el imponente Palas, que desde aquí parece insalvable.

Mientras rodeaba el Ibón de Ariel Alto la niebla empezó a tontear con las cumbres del Ariel.

Cuando me situé justo debajo de la pedrera por la que subiría a la base del Palas, este desaparece entre la niebla, decidí parar a almorzar a ver cómo evolucionaba.

Por la arista de los Frondiellas no paraban de entrar nubes amenazadoras de tormenta. Se esperaban tormentas por la tarde, pero el tiempo es el que hace y el Palas tiene demasiados vericuetos como para aventurarse con niebla. Dos horas después decidía bajar.

Fueron 14 kilómetros y 900 metros de desnivel de entrenamiento, al día siguiente ya lo había olvidado y volvía a estar en el mismo sitio y con muchas más ganas.

El Palas se miraba en el espejo del agua para ponerse bonito.

Sin pensarlo me dispuse a superar los 300 metros de pedrera que tenía por delante.

A mis espaldas el pico Ariel y el Col de Arremoulit.

Superados veo a los primeros que ya descienden por el nevero, alguno que sube y la pared que ya no parece tan alta.

A la derecha el Por du Lavedan y detrás el Balaitous.

Los ibones de Ariel ya se ven como dibujados en el mapa.

Una vez cruzado el nevero se afronta el tramo de aproximación a la chimenea Ledermeur  en el que se va ganando altura siempre hacia la izquierda.

Luego la chimenea no tiene perdida, es para arriba, es de grado II y tiene muy buenos agarres, la única dificultad es la sicológica, desde el nevero supera casi 200 metros de desnivel hasta la arista y en muchos tramos se ven.

No engaña, da la sensación de lo que se está haciendo.

El último tramo es más sencillo de trepar y de destrepar, pero es el más alto.

Esta es la llegada a la arista, 200 metros hacia abajo y otros 200 metros nos quedan hasta la cumbre, hay tramos de senda bastante aérea y muchos tramos de trepada siempre de grado II.

Desde la cima flipas. El Pico Ariel, el Petic Ariel, el collado de Soba, los Lacs de Arremoulit, y a la derecha la niebla en el valle d`Ossoue y el Midi.

El Lac de Batcrabére.

La impresionante arista de los Geodésicos.

El Goyo con el Balaitous y su diagonal, aún con nieve.

Y el descenso, que comienza por el lado francés, en busca de la arista.

Ya bajando una buena del Balaitous y Los Frondiellas.

Destrepada la arista se pasa al lado español para buscar la chimenea.

Destrepado el primer tramo de la chimenea hay que estar atento a la cruz, esa canal sale al vacío, a nuestra izquierda aparece la buena.

Una vez tomada la buena aparece el tramo más interesante.

Ahí está, no es difícil, pero tampoco recomendable para gente no experimentada.

Ya que me puse los crampones, aproveché para descender  por el nevero todo lo que pude y bajar menos metros de pedrera.

Abajo en los ibones paré a comer contemplándole. No es un tresmil, pero vale más que muchos.

Luego me dejé llevar hacia abajo por el torrente que escapa de este circo maravilloso.

Por la mallata los lirios como cada verano en Pirineos.

Y al fondo, muy al fondo y abajo, muy abajo, La Sarra.