Salimos desde Cubillas de Arbás con un día muy gris pero
esperando que no se cumplieran las malas previsiones.
El otoño nos recibe con los mejores colores y nosotros le
ponemos la mejor cara, por ilusión no ha de quedar, venimos dispuestos a darlo
todo.
A veces la lluvia parece un fastidio, pero empezar esta ruta
con todo mojado ensalza los colores y sobre todo, los aromas, que se meten en
lo más hondo de cada uno como si quisieran persistir eternamente.
La subida no es muy dura y la contemplación de la cara este de Peña Barragana la hace realmente placentera.
Luego la vamos bordeando por su cara norte por praderas en
las que se gana altura sin dificultad y algún champiñón…
Luego afrontamos una subida fuerte por la que alcanzamos el
collado que nos da paso de nuevo a la cara sur.
Ya por la sur siempre, vamos ganando altura por una senda
cómoda.
Hasta alcanzar la arista.
Siguiendo la arista llegaremos a la cumbre de Peña
Barragana.
Cuando alcanzamos la cima nos alcanza también la niebla y ya
nos hacemos amigos inseparables.
La foto de la cima la hacemos ya bajo la lluvia.
El descenso con mucha prudencia, este terreno es complicado
con lluvia.
Comimos el bocata y a pesar del tiempo decidimos subir a
Peña Negra.
El terreno por esta parte es más pindio.
El dedo de Juancar sólo apunta a la cima, no debe de valer
otra cosa.
Abajo, el valle de Arbás, conserva toda su magia aunque el
día se empeña en enturbiarlo.
Fuimos saltando de una canal a otra para encontrar la que
nos lleve a la cima.
Incluso subimos alguna angosta y pindia que luego nos tocó
bajar.
Cuando encontramos el paso bueno, algunos ya decidieron que
no subían.
La verdad es que lo intentamos cuatro y tampoco hicimos
cumbre, lo poco que nos quedaba era fácil, pero el descenso era peligroso y
pasamos de arriesgar.
Nos conformamos con una foto en la ante cima, pero seguros.
Descendimos para reunir de nuevo al grupo y pusimos rumbo a
Cubillas de Arbás.
Como siempre que bajamos, las cabras se quedan arriba, estas
están bien pallá, fijaros en la que está disfrazada de vaca…
El valle nos acoge de nuevo con la otoñada que colma
nuestros sentidos, nos recuerda porque no valía la pena arriesgar, hay tantos
placeres que disfrutar…
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