Partimos
desde Puebla de Lillo, en leonés Pola de Lillo. De nuevo por las tierras leoneas del Porma para seguir disfrutando de sus paisajes, enclavados
en el Parque Regional de los Picos de Europa.
El esplendor del otoño aún no ha llegado, pero la fuerte
sequía colorea el paisaje con pinceladas otoñales que enaltecen los sentidos.
La ruta empieza por el PR LE28 que nos lleva al bosque de La
Cervatina y está perfectamente señalizado.
Todo el perímetro de los bosque de hayas está repleto de
Serval de Cazadores (Sorbus aucuparia) que necesita del sol para fructificar y
le aporta al paisaje una gran belleza.
A pesar de la fuerte sequía están repletos de frutos, la
despensa necesaria para muchas especies cuando el frió lo arrase todo…
Al fondo vemos la ante cima del Pico Mahón y la inmensidad
de bosques que nos esperan.
El camino es una pista muy cómoda por la que la única
preocupación es disfrutar de los hayedos maravillosos por los que discurre.
En el bosque de La Cervatina predominan las hayas, pero el
rey es el tejo (Taxus baccata) como este ejemplar centenario y de gran belleza.
Taxus viene de tóxico, o más bien al revés. Sólo el anillo
rojo es comestible y también lo aprovechan los pájaros como alimento invernal.
Y embelesados con el bosque aparecimos en el collado de
Ferreras, buen sitio para comer algo disfrutando de las vistas.
Desde el collado se puede subir a derecho, pero para evita
el piornal, remontamos hacia la derecha para meternos en el bosque y remontar
por el los 300 m. que nos quedaban.
Ya fuera del bosque el piornal es más escaso y de menos
altura.
Las vistas ya son muy buenas, a pesar de la bruma se ve
sobre los montes de Riaño el Espigüete.
Poco a poco la vegetación va dejando sitio a la piedra.
Y por un corredor oblicuo vamos remontando hacia la cumbre.
Y al final se estrecha, menos mal, ya nos sentimos
montañeros…
Alcanzamos la cumbre del Pico Mahón, humilde con sus 1826 m.
pero un mirador excepcional para los valles del Porma y El Curueño.
El descenso lo hacemos hacia la Collada de Tolibia donde
cogemos un sendero que a media ladera nos baja hacia las praderas de la Sierra
del Arbejal.
Aquí giramos a la izquierda y nos metemos de nuevo en el
bosque. Nada más entrar está el restaurante.
Por el bosque se baja sin senda, por una fuerte pendiente.
El paisaje vuelve a ser embriagador.
La alfombra de hojas, las hayas, los tejos…
El bisabuelo de todos los tejos…
Abajo nos toca cruzar el arroyo Rebueno y por la otra orilla
seguimos un poco hasta encontrar de nuevo la pista.
Ya sin problemas volvemos por ella de nuevo a Puebla de
Lillo.
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