Recorrer el valle de Ordesa es siempre una sensación
maravillosa, esta vez comenzamos al mediodía con un calor de justicia, por eso
sólo me voy a fijar en el agua que en esta época se hace muy presente durante todo
el recorrido.
El frescor de las gotas que el viento roba de las cascadas,
el eterno ruido al precipitarse por el profundo desfiladero.
La majestuosidad de la Cola de Caballo, la inmensidad de
arroyos que se precipitan de un lado y otro, las muchas surgencias que brotan
en el suelo, confluyen en las praderas de Soaso, para fundirse y formar el río Arazas.
Aquí termina el recorrido turístico, y remontamos el farallón
por las clavijas de Soaso.
Vamos dejando el valle de Ordesa en las profundidades.
Y nos encontramos de frente la Punta de las Escaleras y a su
izquierda el Cilindro de Marboré, nuestro objetivo.
Cuando llegamos al refugio de Goriz comprobamos que lo están ampliando.
Por la mañana el Cilindro amaneció envuelto en algodones,
pero el sol que entraba por Pineta ya le estaba prendiendo fuego.
Al poco rato los primeros rayos se estrellaban en el Casco
de Marboré, el Taillón y los Gabietos.
Nosotros ya habíamos dejado atrás el refugio y remontábamos
el Barranco de Goriz.
El camino no es muy complicado, pero el desnivel es constante.
Algún tramo es más relajado, entre los escalones que forman
el barranco.
El Cilindro ya está perfectamente iluminado y el sueño cada
vez más cerca.
Estas escaleras son un poco altas, los glaciares no tenían
compasión con nosotros.
Pero en cada una ganamos perspectiva para contemplar un
horizonte cada vez más profundo.
Ahora atravesamos la “ciudad de piedra”, un caos de bloques
enormes.
Aquí ya superamos los 2700 m, la nieve ya casi es
constante. A nuestra espalda la Punta de las Escaleras.
Las piedras se alinean con nosotros y ya anuncian la
victoria.
Nos sentimos animados para afrontar la última rampa antes
del Lago Helado.
Estamos a 3000 m. y el Monte Perdido ya nos muestra su
camino de subida, una pala de nieve de 300 m.
El Cilindro hace lo mismo, pero su pala solo tiene 200 m.,
las dos son más inclinadas de lo que parecen en estas fotos.
Nos ponemos los crampones, sacamos los piolets y nos metemos
en faena. La nieve está bastante blanda y exige mucha atención.
Poco a poco el lago se va quedando abajo.
Y el Monte Perdido va pareciendo el que recordamos.
Primero coronamos el Pitón SW del Cilindro 3194 m. Desde
aquí es el único sitio de toda la ruta que veo el refugio de Goriz.
La arista NW con el Nudillo del Monte Perdido, la Brecha y
el Dedo es una ruta difícil para coronar el Monte Perdido.
Desde el Pitón se contempla bien la chimenea que tenemos que
trepar para subir al cilindro.
Luego recorremos la arista, en algunos sitios bastante aérea, pero con sitio de sobra.
Pasamos sobre el Lago Helado y resquilamos el último escalón que nos deja en la cumbre.
El Cilindro de Marboré nos estaba esperando y nos recibe con
flores.
Desde la cima ya contemplamos el glaciar de la cara Norte
del Perdido.
El Balcón de Pineta, el Lago Helado de Marboré, la brecha de
Tucarroya.
Los Astazus.
El Pico de Marboré y de fondo el Vignemale.
La Espalda del Marboré, los Picos de la Cascada, la Torre,
El Casco, el Taillón, los Gabietos… un amasijo de cumbres difícil de
identificar desde aquí, la niebla ayuda a no intentarlo…
Y nosotros bailando de contentos sobre el Cilindro.
En esta cumbre tantas veces soñada quiero hacer este gesto
de homenaje a Mila, luchadora incansable.
Quemamos la energía que nos sobra, yo subiendo montañas y ella corriendo
carreras, quemamos la energía que nos sobra para encender nuestros sueños, para
mantener encendido el faro que alumbra nuestro camino.
Luego fuimos desandando la arista con cuidado para no romper
el sueño.
Y la chimenea nos la rapelamos para evitar resbalones
inoportunos.
En lo que descendemos el corredor de nieve se metió la
niebla y bajó mucho la temperatura, para recordarnos que a 3000 m. puede ser
invierno en verano.
La nieve se va fundiendo muy deprisa, formando ríos y
cascadas por todas partes.
Nuestra amiga la marmota disfruta de la primavera tumbada al
sol.
Y comiendo hierba y brotes por las praderas.
Nosotros poco a poco descendemos a la tranquilidad del
valle.
Para hacer noche de nuevo en Goriz.
Excelente relato y fantástico lugar. Como disfrutas, Goyo! Un abrazo
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