Seguimos por el Parque Natural de los Valles Occidentales,
en el valle de Hecho no es preciso dormirse para soñar, nos basta con
dejarnos llevar por el vaivén de las nubes y dejar que el paisaje atraviese
nuestros sentidos hasta empaparnos.
Apenas empezado el día en las cumbres ya se respira ambiente
de otro buen día de montaña.
El Castillo de Acher recorta la silueta al sol del amanecer
y se asoma sobre todo para que le veamos.
Comenzamos nuestra ruta en el refugio de la Selva de Oza,
que es como decir, el paraíso terrenal.
Estos bosque hace mucho que se ganaron mi corazón, este
amasijo de hayas, abetos y tejos, me descoloca los sentidos y me amontona las
sensaciones.
Enseguida abandonamos el GR 11 y la senda por el bosque
sigue siendo preciosa, pero con un desnivel impresionante.
Cuando salimos del bosque nos encontramos de frente con la
muralla del Castillo.
Según nos vamos acercando la muralla gana mucha altura.
Mientras continuamos remontando la ladera, disfrutamos del
valle que recorre el Aragón Subordán camino de Hecho.
Y de estas formaciones rocosas, como pizarras rojas,
incrustadas en medio de la caliza.
El desnivel de toda la ruta es impresionante.
Al fin, parece que la muralla tiene una brecha por la que
subir.
Que se pone cada vez más pindio.
Y termina en una corta chimenea que nos sube al patio de
armas del Castillo.
Desde el interior descubrimos las almenas de sus
murallas.
Ya nos parecía que habíamos llegado, pero la cumbre
principal aún tiene tela.
Tenemos que subir la Punta Sur y luego la Punta Norte, para
hacer la típica silueta del Castillo de Acher.
Y otra foto de cumbre para el recuerdo, esta como sus
majestades…
La neblina no deja ver bien, pero se ve la plataforma oscura
de La Mesa de los Tres Reyes y a su derecha casi blanco el Anie.
Aquí es inconfundible el Midi, y a su derecha el Balaitus, más a
la derecha se aprecia la raya blanca de la Marmolera de Los Infiernos.
En esta dos objetivos pendientes, a la derecha el Bisaurin y
en la tercera línea de cumbres se distingue bien Collarada.
El descenso de la chimenea no presenta dificultades.
Con la atenta mirada del Bisaurin fuimos descendiendo la
ladera.
En algo sí que nos parecemos, siempre en un alto y mirando
para el valle.
De nuevo nos sorprenden las praderas, verdes a pesar de la sequía
y miradores excepcionales de la Selva de Oza.
Arriba vamos dejando la muralla.
Mientras el bosque nos acoge de nuevo.
Y lo mismo que las raíces se agarran a la tierra, nosotros
nos agarramos a nuestros sueños y bajamos construyendo “castillos en el aire”
Una haya muy vieja, con el tronco hueco, pero llena de vida,
nos invita a pensar…
La ruta es dura, peo se nos ha hecho corta, una pena no
tener más tiempo.
Cada montaña tiene su encanto y peculiaridades. El castillo de Acher domina el entorno espléndido y elegante como corresponde a esa planta tan especial que le caracteriza y da nombre.Ya la subida se inicia implacable y constante desde la selva de Oza pero el esfuerzo no impide que disfrutemos del vuelo de muchos trepadores azules que nos salen al encuentro y se cobijan en las numerosas hayas y tejos. Las hojas se visten de unos colores de otoño excesivamente seco y caluroso.Es bueno recordar que el tejo, un árbol del que se conservan alrededor de 300.000 ejemplares en España, es una de las especies naturales más utilizadas por la medicina para luchar contra muchos tipos de cáncer gracias a los "taxanos" que contienen su corteza y hojas; por lo tanto los bosques merecen y necesitan de nuestro cuidado y respeto.
ResponderEliminarEl ascenso no da tregua ni permite descanso en este día primaveral pero siempre deleitándonos del paisaje que nos rodea y una vez en la cumbre de unas bonitas vistas con Lescún al fondo.
Por ir rápido y no guardar el orden cronológico en los comentarios he cometido un error pues Lescún se ve desde la cumbre del Anie no desde el Castillo de Acher. Por cierto, si vuelvo a subir algún día el pico Anie será desde Lescún. La ruta será más exigente pero también más intensa y variada al tener que atravesar zona de bosque.
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