Babia está declarada Espacio Natural y Reserva de la
Biosfera por la Unesco, pero por encima de estos reconocimientos es el lugar
donde habita un trozo de mi corazón, desde que te conocí me cautivaste y “estoy
en babia”
Partimos de La Riera como en tantas ocasiones remontando el
arroyo de Corralines en dirección al Montihuero.
Ganamos altura muy deprisa y vamos dejando la serenidad de los
valles a nuestras espaldas.
Para meternos en terrenos más agrestes que compartimos con
este rebaño de yeguas.
Seguimos ganando altura dejando a nuestra derecha el
Montihuero.
Para alcanzar un collado a 1868 m. junto al alto del
Rastrillo que nos da acceso al valle de La Fuenfría.
Lo cruzamos por la parte alta para alcanzar este otro
collado a 2000 m. entre Peña Redonda y El Picón.
Desde este ya divisamos la Peña de los Años.
A nuestra derecha tenemos el Montihuero, que estando tan
cerca dan ganas de acercarse.
Pero hoy no toca, así que le damos la espalda y nos
encaminamos hacia nuestro objetivo.
Enseguida aparece Peña Salgueiro a la izquierda de Peña Los Años.
Según nos vamos acercando por el collado de Malvosines ella
se hace más grande.
Al ganar altura ya vemos en el fondo Peña Ubiña y el cordal
de Los Castillines, el Siete, el Paso Malo, el Práu.
En la cumbre nos esperaba este paisano que no se presentó,
pero le dejamos posar en la foto.
Desde la cumbre le dimos cita al Muxivén para otro día.
Disfrutamos un buen rato en la cumbre, con el Montihuero a nuestra izquierda y Babia a nuestros pies, como si fuésemos el rey.
Descendimos y subimos a esta otra cumbre.
No tiene nombre, pero con sus 2112 m. se merece uno, así que
hoy para nosotros, la Peña del Dolmen.
Ya sólo nos queda recorrer el cordal de La Crespa.
Este cordal es realmente bonito de recorrer.
Siempre con vistas al valle de La Fuenfría.
Alcanzando el alto de La Crespa el sol era de justicia,
quien diría que estamos en otoño.
Una mirada a los pasos recorridos, Peña Salgueiro, nuestra Peña del Dolmen, el Montihuero y debajo de este, la subida de la mañana
Algunas formaciones rocosas son realmente impresionantes.
El descenso lo hicimos hacia el Barranco de las Murias.
Desde arriba se comprueba bien porque los pueblos están
donde están, a pesar de la terrible sequía están rodeados de zonas verdes.
Aun nos tocó remontar un poco para pasar al valle de La
Fuenfría y volver a La Riera.
Según nos acercamos al pueblo, la naturaleza nos recuerda
que estamos en Babia, todo está agostado, pero en el valle sigue habiendo oasis
que según te acercas te premian con su belleza.
Deslumbran tu mirada.
Te convocan a que vuelvas.
Y en Huergas de Babia está el oasis principal, “El Moriscal”, donde es Pepe el que te acoge y te mima de una forma excepcional, parada ineludible por estas tierras y las mejores sopas de ajo que comí nunca. Siempre te estaremos agradecidos…
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