Salimos tempranito del portillo de Lunada, las nubes cubrían los
valles, otro día hubiera sido malo, pero hoy es una maravilla.
Según subimos al Cotero La Brena, cada rincón del valle del
Miera es mágico, saber lo que hay bajo las nubes y no verlo, te permite imaginártelo
más bello aún si cabe… como un sueño…
Desde el Cotero La Brena alcanzamos a ver que si Cantabria
es siempre infinita, hoy bajo las nubes es interminable. En el cielo azul nos
dibuja un pentagrama sin notas, para que escribamos la melodía que seamos
capaces de soñar.
Por la senda que nos lleva al Canto las Corvas suena
realmente suave.
En las laderas de Covalruyo, suena a puro rokanrol.
Entrelazando sueños y melodías alcanzamos el Canto las
Corvas.
Impresionante siempre contemplar desde aquí el Castro
Valnera, Peña los Llares y el Pradío.
Continuamos por la arista en dirección al Pico La Miel.
Descendemos con cuidado de la plataforma del Canto las
Corvas.
Y sin subir al Pico La Miel nos dirigimos al collado a su izquierda
para encontrar la canal que nos permite bajar seguros.
Hay que poner atención en el descenso en un par de pasos,
pero se baja bien.
Perdemos altura y se empina lo que nos queda por subir, pero
contemplamos Torca verosa.
En el descenso caminamos un rato en dirección al Bernacho
que contemplamos a vista de pájaro.
Cuando alcanzamos al alto de La Pirulera, dan ganas de
seguir por las nubes…
Pero seguimos hacia la Cima Blanca dejando de nuevo las
nubes abajo, con el Pico La Miel y el Canto Las Corvas detrás.
En la arista hay un par de pasos que hay que echar las
manos, pero sin dificultad.
Desde la Cima Blanca, La Peña de Los Llares. La niebla ya
está subiendo…
Bajando de la Cima Blanca las animo a seguir por las nubes.
Las da la risa, creo que no, pero en sueños os juro que lo hemos
hecho y mola…
Ya para la cima nos queda muy poco.
Antes de hacer cumbre nos asomamos al balcón, siempre
imprescindible. Hoy, a pesar de no verse nada, se ve todo…
Ayer fue escenario de la tragedia, perdimos a un montañero
gallego, pero hoy y sobre todo por él, tiene que seguir siendo un lugar
maravilloso.
Posamos en la puerta de entrada.
Y nos subimos a lo más alto como tantas veces, no como triunfo,
como placer…
Que se note que estamos en Espinosa de los Monteros. Celebrando con un buen torto.
En la bajada hay que prestar atención a los pasos de la
arista.
Llegando al alto de La Pirulera, la niebla ya se colaba
hacia El Bernacho y quería subir al Pico La Miel.
A la vuelta subimos a la verdadera cumbre del Pico La Miel,
aunque nada señaliza su cumbre.
La niebla seguía subiendo.
Desde el Canto Las Corvas ya la vimos colarse por el
Portillo de Lunada.
Este diente de perro aprovecha bien el tiempo de sol para
cumplir con su ciclo vital, en breve el frío se cebará con su efímera belleza.
Nosotros ya descendimos entre la niebla hasta Lunada, hacía frío, pero el día ha sido memorable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario