Partimos de la iglesia de Horcadas y para ir entrenando lo
que será la tónica del día empezamos haciendo la foto de salida a vista de
pájaro.
Las campanas de la espadaña anunciaban ya un buen día de
primavera, la pregunté, arrimando con suavidad el badajo a la campana, y sonó a
“menudo día habéis pillado”
Desde Las Vallejas no se veía una nube, las vistas hacia el Pico
Cerroso y la presa de La Remolina eran geniales.
Como si nos le fueran a quitar, nosotros para arriba.
El sol aún no estaba muy alto y el contraluz le da a la Montaña Palentina un aspecto
mágico, como un sueño.
Sin parar remontamos la canal hacia el collado de La Pedrera.
Para comenzar la ascensión por la cara norte.
Se gana altura rápido, enseguida te sientes como un
pájaro volando sobre los hayedos.
Esto nos permitió ver en un claro a los ciervos pastando
tranquilamente.
Sin perder de vista al terreno, que se pone bien pindio.
Ni al Cueto Cabrón, que siempre nos recuerda que está ahí.
Luego afrontamos la canal que nos sube entre sus dos cimas.
Y ya dejando detrás la más baja, afrontamos la subida a la
cima principal.
Para posar en la cima hoy más orgulloso que nunca, con tres
princesas…
La vista de Riaño desde el Gilbo nunca defrauda, y si hace
bueno, flipas.
Las Pintas, El Llerenes, el Pico Castaño, Las peñeras… al
fondo el Mampodre.
El Cueto Cabrón, La segunda cima del Gilbo y abajo, Peña Sarnosa.
En la cima había muy buen ambiente, pero había que
descender.
Enfilamos la canal de bajada y en nada estábamos en el
collado.
Para mirar de frente a Peña Sarnosa, no sabía por dónde, pero lo encontré.
Quería hacer una foto a Riaño desde la arista.
Y al Gilbo con su silueta preferida pero desde más cerca.
Después del descenso hay que volver a remontar hasta el
collado de La Pedrera.
Y bajar a las praderas que nos vuelven a Horcadas.
Están tapizadas de “chiribitas”. Siempre te traen a mi
memoria…
Los espinos todavía tienen que esperar quince días para
florecer…
Los robles un poquito más… pero la primavera ya está
lanzada.
Sobre la fuente de Las Vallejas, el Cueto Casnello con sus típicas
formaciones, nos hace de puerta para volver a Horcadas.
Vaya día guapo habéis pillado. Y buenas fotos!
ResponderEliminarUn abrazo, majos