Portilla de la Reina en la subida al puerto de San Glorio es
muchas veces la entrada en al Parque natural de los Picos de Europa, hoy
comienzo de nuestra ruta, que por la carretera que sube a Pandetrave nos acerca
al valle de Ceranzo.
Los chopos que nos escoltan en el camino, hacen un esfuerzo
y se alzan al cielo para enmarcar el que será nuestro objetivo.
Los prados a pesar de la falta de lluvia están repletos de
lirones, o narciso de los prados, (narcisus pseudonarcisus), en cuanto se quita
la nieve y sale el sol, brotan de repente dándole a la montaña ese toque que
cautiva las miradas.
Después de cuatro kilómetros por la carretera cruzamos el
río Puerma por el puente de San Martino, para meternos en el valle de Ceranzo.
Enseguida cruzamos por el puente de Ceranzo para remontarle
por su vertiente izquierda, caminamos muy cerca del cauce y esto nos obliga a cruzarle varias veces, siempre por puentes bien acondicionados.
El valle que no es muy angosto, esta colonizado por un
hayedo en el que se ven servales que ya echan la hoja.
Después de este puente, frente al chozo de Hoyas del Quemado,
se junta con el Ceranzo el arroyo de Gabanceda.
A nosotros también se nos juntó el hambre con las ganas de
comer y dimos cuenta del bocata.
Pronto alcanzamos las praderas de la parte alta del valle y
termina el senderismo, ya era hora de empezar a subir, que somos montañeros.
Subiendo hacia el collado de Valcarque, la cosa ya se pone
cuesta arriba.
Desde el collado ya no hay descanso, nos quedan
cuatrocientos metros por subir y la cumbre está muy cerca.
En las rampas que nos llevan al Alto de la Panda se sufre,
pero da gusto parar a contemplar el paisaje y respirar.
En el Mampodre aún queda nieve
Alcanzar el Alto de la Panda nos aporta mucho más que la satisfacción
de estar arriba, es un mirador excepcional.
El profe traza sus líneas mágicas sobre la pizarra de los
Picos de Europa y la alumna no se pierde detalle.
Luego tenemos que descender a un collado, pero ya siempre
caminando por la arista y con una vista impresionantes.
Para afrontar la subida final al Pico Corcadas, que parece
esforzarse por ser más alto que nadie.
Ajena a todo nuestro trasiego, esta carraleja paseaba por la
arista, me extraño verla a esta altura, teniendo en cuenta que no vuelan, pero
ella sabrá.
Luego el momento de la firma en la cumbre, la sociedad se
empeña en la firma digital, pero nosotros seguimos fieles al trapo…
Con la Montaña Palentina de telón de fondo comenzamos el
descenso.
Algún pasín nos hace echar las manos, pero poco.
Descendemos hacia la Collada de la Hoya de Ceranzo.
Sin dejar de mirar al compañero, para tender una mano.
Tras la collada empezamos el descenso, con la vista atrás
para ver el pedrusco que acabamos de bajar.
Última mirada hacia el valle de Ceranzo, con los Picos al
fondo.
En la parte alta cruzamos el arroyo de la Boira, para pasar
al valle de Majadavieja.
En el collado por el que pasamos habitan los caballos y le
dan un aspecto bucólico a nuestra ruta. No era necesario, ya lo estaba siendo, pero han puesto la guinda.
Dos compañeros inseparables, el que posa y el que hace la
foto.
Daban ganas de quedarse más rato, hacía muy bueno, pero el
reloj no para.
Sofocando el calor con el Pico Murcia y el Espigüete de
fondo.
Descendimos por la Hoz del arroyo de Vallorza, este paso
estrecho nos alivió un rato del calor.
En poco tiempo llenamos de nuevo a Portilla de la Reina,
precioso pueblo que está construido entre las rocas de la montaña.
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